Cartas entre revolución

A William

Querido William,

Yo sé que a veces mi mirada te lo dice todo, inclusive grita lo que mi boca calla. Creo que nadie más que vos, conoce las costas de enarbolar una ideología política como lo son el anarquismo y el feminismo, podes entender el pavor a la incoherencia; a las contradicciones de la teoría en la praxis. Si bien mi deconstrucción es constante y eterna me conociste en, quizás, la etapa más consciente de la misma hasta hoy, por eso estoy tan recelosa de mi ego.

Logré, hace un tiempo, ponerle nombre a mis temores, entender su origen y así intentar combatirlos día a día. El miedo a que duela no proviene de mi amor propio o de la posibilidad de tocar fondo, ya lo conozco, no le temo y sé que no hay más que el ascenso cuando se llega tan bajo. Mi temor es altruista, no es mío sino de mi género, es por todas las mujeres que un machito logró desestabilizar y violentar emocional y psicológicamente.

Yo soy consciente de mi empoderamiento, de mi resiliencia y de mi capacidad de superar derrotas amorosas. Por eso, quizás, pude ver que las contradicciones ideológicas y pragmáticas son inherentes a la evolución personal, al camino de deconstrucción y a mi propia humanidad. O en realidad, me lo dilucidó tu luz, que ilumina más que cualquier baliza interna, fueron tus besos que gritan más fuerte que mis silencios.

En fin, quería decirte, yo abandoné mis miedos cuando empecé a temer perderte.

Es difícil mostrarte como te veo, los hombres y las mujeres somos esclavos de nuestras palabras, de lo que decimos y de lo que callamos. Confío plenamente en que no lo vas a usar nunca en mi contra, ni este texto ni el amor que te tengo, porque no entenderías, entonces, el concepto de compañero y camarada.

Yo pelearía días y noches tus batallas internas si pudiera. Enterraría tus muertos y me cogería a tus héroes. Festejaría tus conquistas y lamería tus derrotas. Me gustaría alivianar tu dolor y calmar tu mente; ser tu ansiolítico. Sabemos ambos que no puedo, sos el hacedor de tu historia, y tarde o temprano yo no voy a poder ser un personaje más, entonces necesitas ser fuerte. Miles de crónicas están por venir, hacelas tuyas, es tu desafío, acompañarte y que me acompañes en la mía por un rato es mi deseo. Quisiese que nos podamos deconstruir y reconstruir paso a paso, y pelear codo a codo por un mundo más justo e igualitario y quizás la vida se encapriche y me complazca.

Te quiero.

Te admiro.

Te siento.

Mary.