Me dirás que no

¿Me diras que no sabias?

¿Me dirás que no sabías, que las mujeres cargamos con una verdadera pandemia que, al parecer no tendrá cura? Te hablaré rápidamente de su principal síntoma; "El amor-enemigo", y digo "amor-enemigo", porque que éste "amor", a minutos estalla en ira y a minutos se transforma en "suaves caricias". El segundo síntoma: "la amada-aplastada". ¡Ella sí que puede hablarte de un virus sin retorno! el cual hoy mantiene una guerra desigual, en la cual ha sepultado millones de: niñas, jóvenes, adultas, en realidad MUJERES en el más amplio sentido del concepto, y en el mejor caso digo "sepultado", pues la gran mayoría, no logra descansar en tumba de justicia, pues escuchamos al unísono las voces de sus almas, que reclaman sin descanso a los seudo jueces del patriarcado, valorando como única defensa de alivio, nuestra voz, mientras esperan con una ínfima esperanza, en los bancas que hemos dispuesto en el manicomio que ha construido nuestro corazón.
El resto, quienes avanzamos vestidas de incertumbre y temor, por desconocer cómo terminará este virus en nuestra vida (que por cierto muchas vivimos de forma asintomática), avanzamos con un extraño estilo, que mescla el abrigo de consciencia, el calzado de la sororidad y un sombrero de empatía, pero paradójicamente desnudas en cuanto a red protección y esperanza, y pienso en Luisa, de la comuna de Las Cabras, quien su voz clama ser magníficamente amada, pero sus ojos gritan ser destructivamente aplastada, y no sólo por su "amor- enemigo", sino por la fuerza de un sistema social, que agudiza cada una de sus marcas, a veces visibles y otras no, pero ciertamente de abismal profundidad, que sangran gotas de hambre, frio, y soledad.
Quizás mañana deba apartar un nuevo espacio en mi banca, pero Luisa insiste en que antes llegará su cura.
-Marcelina