«¿Y qué más puede salvarnos si no es la misericordia infinita de nuestro Dios?» ayer la dama de rojo se acercó a mí y me dijo esto. ¿Quién es ella? Olía tan bien. No puedo olvidarla, su fragancia parece tener todas las respuestas que he estado buscando. Ahora lo sé: estoy condenado. Lo estuve incluso antes de la llegada de la epidemia. ¿Soy acaso un pecador? No, si me deshago del mal a tiempo. Esta historia participa en el Desafío "Melodías Fantásticas" de @NataliaAlejandra Portada y banners hechos por @Iniss226