Capítulo 1

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―¡Consiga toda clases de pescados en la tienda de Morton! ¡Los pescados más frescos y sabrosos! ¡Mejor precio del mercado! ―gritó un mercader sacando el extremo superior de su cuerpo fuera de la tienda, con una voz imponente.

―El puerto de Bluecast sigue tan activo como lo recuerdo―comentó un hombre de rojiza cabellera y tez amarillenta―, es agradable volver aquí después de siete años.

Finalizó inspirando de manera sonara. El aroma que se implantaba en la zona portuaria de la capital de la provincia era salado y con cierto olor peculiar que solo se encontraría en un lugar como tal.

―Randall, me cuesta entender cómo puedes disfrutar de olores como estos, cuando son tan poco agradables―contestó quien acompañaba al pelirrojo, un hombre con cabello similar al sol, cubierto entonces por una capa y de semblante inmutable.

El colorado soltó una carcajada que llamó la atención de los demás pasantes, no había vergüenza ni precaución en tales actos, sino naturalidad y desdén. Randall se rascó la tupida barba, justo debajo del mentón una vez su risa cesó. Parecía estar inmerso en sus pensamientos de momento, y así lo era, el hombre que rondaba el medio siglo estaba extrañamente callado.

―No te sorprendas mucho, Arik. Eres joven aún, pero en esta tierra hay cosas más interesantes que los placeres peculiares de este anciano―contó el pelirrojo con la mirada puesta al frente y una sonrisa ladina.

Arik observó de reojo a su superior sin concederle la importancia necesaria a sus palabras. Sabía que él no se equivocaba con lo que decía, sin embargo, el rubio también era consciente de que curiosear sobre gustos poco usuales no era un tema sobre el que inmiscuir demasiado.

―¿Cuánto falta para llegar al lugar donde nos hospedaremos? ―preguntó el joven, cambiando de tema.

El viaje en barco le había resultado agotador y nauseabundo, estaba agradecido de volver a tocar tierra firme después de unas semanas en mar. Si bien había recorrido las aguas en una de las mejores embarcaciones que la marina le había concedido, aún no encontraba de su agrado el traqueteo de las olas y la escases, o más bien la nula, vegetación que ese tipo de viajes ofrecía. Pero el viaje en carruaje sería mucho más extenso y agotador, y la tarea que se le había encomendado requería ser llevada a cabo cuanto antes.

―Déjame ver...―pidió Randall sacando de su bolsillo un reloj, sin detener sus pasos y analizando la hora―, son las once, en veinte minutos deberíamos de estar llegando, ya que estamos a mitad de camino.

―Llegaremos para la hora del almuerzo, espero que el marqués lo sepa y esté preparado para recibirnos―añoró Arik sintiendo en su estómago un suave rugido que en cualquier momento sonaría como el de una bestia.

―El cochero dijo que el marqués Frenz estaba al tanto de nuestra llegada y que sería notificado de nuestra excursión previa.

La excursión a la que hacía referencia Randall Tidelork se trataba de la investigación que el duque de Villangler les había encomendado, por orden del emperador Ferrand VI. Esto había comenzado cerca de siete meses atrás en la provincia de Ehlarcost tras el asesinato de varios nobles y comerciantes de renombre, sin razón alguna que los conecte y debido a envenenamientos de diferentes orígenes y métodos. No existía culpable probable o razonable, no obstante, los rumores habían llegado hasta los oídos del duque de que el asesino había huido hacia Bluecast. Y por esa misma razón, habían enviado a dos de los mejores investigadores de la milicia a que buscaran pruebas de que las habladurías no eran sin fundamentos. El coronel Randall Tidelork, y el sargento Arik Eckhardt.

―Randall―llamó Arik―, ¿será esa la taberna de la cual nos habló el cochero? ―preguntó al ver el cartel colgante de madera humedecida y amohosada balancearse inestablemente sobre la puerta que daba entrada al arruinado local.

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⏰ Last updated: Feb 23, 2023 ⏰

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Guinevere de las flores blancas.Where stories live. Discover now