Nunca olvidaré aquel día. El aire era tan puro, la noche tan clara, tu piel tan tersa. Era todo tan fácil. Una tensión tan obvia, pero tan necesaria. El silencio que ahoga el ruido de todas las preguntas que me hago, mientras pones tu mano en mi mejilla y me dices que todo saldrá bien. Las preguntas que me hago mientras lloro en mi almohada porque, por poco que me guste admitirlo, no sé quién soy. No sé qué hago aquí, o para qué. No sé qué pasará mañana, o el día siguiente, o el siguiente. No sé si llegaré a los 30, o a la edad que haga falta para poder estar contigo y convencerme de que todo esto no ha sido una pérdida de tiempo, y convencerme de que me quieres de verdad, y que no es un papel, un acto.
Y mientras pasan las últimas campanadas, y con ellas se desvanecen todos mis recuerdos de ti, caigo a mis piernas y me doy cuenta que estoy perdiendo una de las pocas cosas que hacen que mi vida tenga sentido, y con cada una de las doce uvas, pierdo una memoria de ti.
1, por aquel día donde fuimos a aquel sitio abandonado que tanto te gustaba, y me contabas todo lo que sentías la primera vez que fuiste.
2, por el brillo de tus ojos.
3, por la textura de tu pelo al pasar mis dedos.
4, por nuestro primer beso.
5, por el hecho de que por mucho lo quiera, no vas a volver, y porque ninguna cantidad de lágrimas te traerá de vuelta.
6, por el punto de vista que le das a la vida.
7, por ese lunar en tu mejilla.
8, por todos los negocios que intenté hacer con la muerte para que no te llevase.
9. por todas las cartas que me escribías cuándo tenía un mal día.
10, por todos los besos que me diste “para el camino”.
11, por todos aquellos momentos dónde nos dimos cuenta de qué no nos hacía falta vivir con tanta prisa.
12, por todas las primeras y últimas veces que viví contigo.
Y mientras suenan los choques de copas, las campanadas, y los fuegos artificiales, solo hay un sitio donde quiero estar, y es en tu alma. En tu pensamiento, envuelta por la manta que es tu consciencia, sabiendo que puedo finalmente descansar en paz.
Llévame contigo. Llévame a dónde estés, porque prefiero perder lo que haga falta, incluso si es la vida misma, que perderte a ti. Prefiero perder lo que haga falta porque ya lo perdí todo cuándo te perdí a ti. Perdí el mapa al laberinto que es el abismo que dejaste en mí, por el cual me dispongo caminando sin rumbo, esperando a que sea la vida tan empática cómo para traerte de vuelta, incluso si sólo es por un rato, y me saques de aquí.
Si te vas a ir, al menos llévate tus cosas. Llévate tus sudaderas, y las tantas que siguen en mi armario. Llévate la noche, y las tantas que ven tu ausencia. Llévate la luna, al ser en ti en lo único que pienso al verla. Llévate mi piel, al haber sido receptora de tus roces y caricias a través de todas esas noches difíciles. Llévate el silencio que domina mi alma, y llévate las palabras que usaba para decirte que te quiero. Llévate mi pelo, y las tantas veces que pasas tus dedos a través de él. Llévate mi pensamiento, y todos los que tengo dedicados a ti.
“Quítame la piel de ayer” -Arca (Piel)
