NI UN DÍA MÁS SIN TI [#1] © [COMPLETA]

🌸Capítulo 7🌸

🌸
Jaden

Salí del hospital sonriendo. No es que me hubiera esperado que ella no fuera a estar ahí pero el que realmente no estuviera cuando entré en su habitación me hizo darme cuenta de que esta tía tenía los ovarios bien puestos y ya no era una niña. No, aquella niña que me dejaba notas bajo la puerta del campamento y que creía que nunca la pillaría, la niña que hubiera llorado de felicidad si alguna vez me hubiera lanzado a darle un beso en la mejilla, la niña con baja autoestima por el bullying que recibía, esa niña ya no existía. Ahora se había convertido en una mujer echa y derecha. Y, joder, estaba sorprendido porque cualquier tía se hubiera quedado a esperarme para que la llevara a su casa o a la mía. Había estado decidido a llevarla donde quisiera, a tomar unas cervezas en cualquier terraza, a fumar cachimba, a la playa o incluso al cine, todo lo que les gustaba a las pibas románticas, solo por el simple echo de pasar tiempo con ella. Pero al parecer no eran esos sus planes.

Me dirigí a casa y pensé en dormir algo después de una larga ducha bajo los chorros del agua, pero había quedado con Lucía para ir a comer a algún centro comercial y luego a tomarnos un helado. Después de lo que pasó anoche y de lo que nos enteramos, me necesitaba más que nunca. Me cambié deprisa y me rocié colonia por el cuello. Mi espejo de cuerpo entero me dio la impresión de que estaba de acuerdo con que me pusiera la ropa nueva que me había regalado mi abuela por mi cumpleaños hacía un par de semanas. En realidad, como era de suponer, ella sólo me dio el dinero y yo la compré. Siempre me decía a ver si cambias de pantalones, que esos están rotos sin saber que es que esa era la nueva moda, y para su gusto me compré unos pantalones cortos liso y una camisa muy veraniega que me la dejé con varios botones abiertos.

Miré mi piso y comprobé que el gas y las ventanas estuvieran cerradas. Vivía solo desde hacía varios años, cuando decidí que pasaba de vivir bajo las normas de mi estricto padre, y la verdad que me iba de fábula. Había tenido algún que otro problema con los vecinos que no paraban de quejarse por los golpes del cabecero en la pared o por los gemidos en plena madrugada, nada que no pudiera arreglarse con un par de calcetines entre la pared y la madera, y un trapo atado tapando la boca de cualquier mujer. Había que decir que me sorprendió lo excitante que les parecía eso último a algunas.

Me pregunté si le gustaría a Hero que le taparan la boca o que le atasen las manos y los pies. Me encantaría comprobar cada parte de su cuerpo y cada detalle de su alma. Vale, eso había soñado demasiado cursi. ¿Qué coño estaba pensando? Era una piba que pensaba mal de mí constantemente y que me había dejado tirado. Encima que me ofrecía a llevarla a su casa va y hace eso. Anda y que le dieran. No pensaba acercarme a ella más ni para pedirle pipas, de eso estaba seguro.

Bajé al parking del edificio y me subí en la moto luego de ponerme el casco, miré si llevaba el de repuesto para Lucía y salí flechado hasta la calle. Su casa no estaba muy lejos de mi piso, lo había buscado más cerca porque no había ni un día que no la fuera a buscar para algo. Se había convertido en mi todo, y la necesitaba como un corazón necesita un cuerpo. Pité al llegar a su casa y vi que se asomaba por la ventana de su habitación, me saludó con la mano y se volvió adentro. Estuve aproximadamente diez minutos esperando, cuando habíamos quedado hace quince minutos. Ninguno de los dos éramos muy puntuales, la verdad, pero odiaba que me hiciera esperar en la moto a pleno sol, no es que hiciera un calor terrible, pero se aproximaba el verano y ya los rayos daban fuerte. Salió de la casa y llegó corriendo a mi. Tenía los ojos rojos, síntoma de que había estado llorando toda la noche. Me abrazó y así pude apoyar la barbilla en su coronilla.

—Anoche estuve esperando que me llamases.—susurró— ¿Cómo está Hero? ¿La encontraste bien?

—No, sube. Ahora te cuento cuando lleguemos al centro comercial.