🌸Capítulo 10 🌸

533 65 3
                                    


🌸
Hero

Podía sentir los irrefrenables latidos de mi corazón. Todo este tiempo lo había sabido, había sabido que era yo en todas las circunstancias, había sabido mi mayor secreto, había averiguado incluso los corazoncitos de mi agenda, ¿cómo? No tenía ni idea, pero aquello me hizo avergonzarme sobremanera. Incluso sabía lo de la pulsera, esa que guardaba en una caja debajo de un peldaño suelto de mi habitación, junto a esa agenda que también guardé para nunca olvidarme de aquel año, el año en que casi morí por su culpa, pero a quien no podía culpar porque no supo que yo no sabía nadar.

Sentí una vergüenza brutal que supiera o se hubiera dado cuenta de todos esos detalles porque significaba que nunca fui cuidadosa con lo que hacía. Quizá por eso él me trataba así, porque sabía que estaba loca por él desde un principio, desde pequeños. Eso me generó una ira inmensa en el pecho y un amargo sabor en la punta de mi lengua cuando mentí al decir:

—Te odio...

No lo odiaba. Recordar todo lo que hacía de pequeña por él, algo que prácticamente lo tenía guardado al fondo de mi corazón, había abierto esa herida de despecho, pero también había sacado ese amor tan profundo que había sentido por él. Un amor de juventud, el mismo que creía que ya habría pasado, pero que no se había marchado. El mismo que había querido salir a nadar desde el mismo momento en que Cristina me habló de un tal Jaden, promiscuo, violento, impertinente y presuntuoso, pero que en realidad era simpático y amable, cariñoso y un buen amigo.

Por eso no me separé cuando comenzó a bajar la cabeza. Porque ese amor juvenil me gritaba que continuase quieta mientras que mi corazón me avisaba de que, si volvían a romperlo, abandonaría a mi cuerpo para buscarse otro con un cerebro mejor pensante.

—¿Ah, sí?

Cerró la distancia que nos separaba y, por fin, tras diez largos años anhelándolo, pude sentir la cálida y suave caricia de sus labios en los míos. El mundo pareció detenerse a nuestro alrededor y un silencio dulce y mágico nos envolvió. Sus dedos recorrieron un camino lento desde mi cuello hacia mi nuca, pegándome más a él. Profundizó el beso cuando su lengua se abrió paso entre mis labios y comenzó a indagar, a reconocer. Nuestros corazones latían rápidamente, sincronizados en un baile de emociones. Cerré los ojos para sumergirme por completo en la sensación de sus labios contra los míos. Fue como si todo encajara a la perfección, como si nuestros labios estuvieran destinados a encontrarse. El aliento se entremezcló, tierno y lleno de anhelo. Fue un beso lleno de significado, una conexión profunda que trascendía las palabras. Sus manos se deslizaron suavemente por mi espalda, mientras las mías encontraban su rostro, acariciando sus mejillas. Cada detalle se grabó en mi memoria, cada pequeño gesto parecía tener un significado especial.

Fue un momento mágico que parecía haberlo cambiado todo, haciendo que el presente brillara con una luz especial. Cuando nos separamos, pude ver un brillo en sus ojos, como si también sintiera que ese beso había sido el inicio de algo único en nuestras vidas.

Sentí tantas dudas en mi corazón en ese momento. Su reputación de mujeriego me asustaba, y temía que pudiera romper mi corazón en pedazos. Pero, a pesar de todo, también sentía que había algo especial entre nosotros, algo que no podía ignorar. ¿Podría cambiar por mí como pensé antes? ¿O debería alejarme antes de que fuera demasiado tarde?

Sin apartar la mirada de él, retrocedí y di unos cuantos pasos más atrás al pensar con coherencia y claridad. Vi el momento exacto en que frunció el ceño comprendiendo que iba a seguir mi camino sin mirar atrás. Esto no debería haber pasado, ahora necesitaba más y sabía lo que ocurriría, él sólo quería sexo y yo mucho más. Había sido una completa estupidez haber creído que yo lo cambiaría, no iba a cambiar ni por mí ni por nadie. No lo sabía a ciencia cierta, pero ¿por qué habría de hacerlo?

NI UN DÍA MÁS SIN TI [#1] © [COMPLETA]Where stories live. Discover now