🏁 9. Desayuno de campeones 🏁

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Podía sentirla rodeando su espalda, hasta tocar su mano como un suave abrazo. En cuanto se hizo consciente de su respiración cosquilleando levemente en su cuello, la sensación se transmitió al resto de su cuerpo de forma electrificante y placentera.

Llevaban así desde hace un par de noches, cuando le prometió a Kira que lo intentarían después de que ganara su primer Gran Premio. Los besos y las caricias no se habían detenido, pero al menos había un límite establecido.

Límites...

Seguía sin saber qué eran. Muchas cosas seguían iguales entre ellas; seguía deseándola en sus pensamientos más de lo que era capaz de comunicar con besos. Era mucho más que una amistad, pero sin ser del todo amantes.

No se sentía incómoda con ello del todo. En realidad, debido a su falta de experiencia, no sabía cómo sentirse, pero quería seguir disfrutando las sensaciones que sí le gustaban.

Justo como en ese momento, no quería moverse, y tampoco tenía que hacerlo aún. Tenía la mala costumbre de despertarse un poco antes de que sonara su alarma despertadora, sin importar a qué hora la pusiera.

Cuando sonó el tono predeterminado de su celular, suspiró de alivio pero no quería moverse y sacudir a Kira.

—Mmm... apagalo, porfa —La escuchó susurrar contra su cuello, y el escalofrío en su cuerpo se intensificó, haciéndola estirarse enseguida para atrapar el móvil y detener la alarma.

En cuanto volvió la quietud, Lía se preguntó si era necesario decir lo que estaba por decir, pero en vista de que la piloto no se movía, no le quedó más opción:

—Tienes clasificatoria en un par de horas...

Kira dio vuelta y fingió no haberla escuchado, pero dos segundos después empezó a desperezarse con unos movimientos de yoga, y Lía quiso imitarla, pero al mover un poco su espalda, escuchó un claro crujido proveniente de sus huesos, y sintió vergüenza.

—Ya estoy tan vieja...

—Solo tenés 26 —respondió Kira mirándola antes de levantarse a buscar su conjunto del día.

—Por eso mismo.

No se percató de que la piloto no tenía problema alguno con empezar a desvestirse, y de espaldas se quitó la blusa, a lo que Lía entró en pánico.

—¡Ah!, voy a hacer rápido el desayuno.

Una vez a salvo, comenzó a tajar unos plátanos verdes para cocinarlos, y mientras tanto, hizo el batido de suplemento alimenticio para Kira con algunas moras.

Buscó en el refrigerador el queso, y también encontró un poco de tocino.

«No será la receta exacta, pero es lo que hay...».

Comenzó a machacar los pedazos de plátano cocinado hasta hacerlos una masa, y los mezcló con pedacitos de tocino cocinado, queso rallado y un poco de sal, para después tomar la masa en sus manos y formar una bola un poco pequeña queriendo evitar que resultara muy pesado.

Cuando tuvo todo servido, Kira vio la peculiar bola de plátano verde y aunque le daba un poco de pena desarmarla, la curiosidad pudo más y probó el primer pedazo.

Sus ojos se abrieron de sorpresa, y siguió masticando complacida, por lo que al ver que su desayuno sí había sido de su agrado, Lía empezó a comer también.

—No olvides tus...

—Ya sé, mis vitaminas —suspiró la piloto, antes de tomarlas con el batido—. Está delicioso, pero la próxima vez preparo algo yo. O te invito.

Nunca será igualWhere stories live. Discover now