Epílogo

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Nunca creyó que lo lograría, ni siquiera que se acercaría tanto a su objetivo. Pero... falló, así no le sirve. — Tengo que admitirlo... Después de todo no sois tan tonto como os creí — le dijo al hombre hincado ante él.

El hombre frente a él, no es más ni nada menos, que el idiota que intento destruir la academia de la manera más estúpida que haya visto en sus eones de años.

La habitación en la que estaban, era un templo. La silla en donde estaba sentado el dios era un trono de huesos negros. Las cosas flotaban a su alrededor. El lugar era oscuro tan oscura como la noche, lo único que se veía era la piel pálida del dios, los ojos dorados del descendiente y la luz que desprendían las pequeñas esferas de color rojo.

El templo parecía un cielo estrellado, solo que la oscuridad eran las sombras, las esferas de luz roja eran almas de asesinos. —Tú que opináis ante tal acto de... ¿Honor?... si es que así se le puede llamar— le pregunta a su socio. —Ahora que lo veo, estáis lastimado, déjame ayudarte— el dios hace un ademán. Él encapuchado grita y se sostiene su pecho. Él dios sonríe dejando ver sus perfectos dientes —Ah... El sonido del sufrimiento y el dolor es tan enternecedor... Me encanta... Me hace sentir tan vivo.

El chico hincado ante él carraspea llamando su atención. — Majestad... ¿Qué haremos ahora?

El dios lo mira confuso. — A que te referís cuando dices ¿Qué haremos ahora?...

El descendiente ladea la cabeza. — Bueno.... fallé en mi objetivo... Pero si majestad lo permite, puedo hacerlo de nuevo, acabar en definitiva con ellos, y apoderarnos de la puerta....

El dios enarca una ceja. — Te diré lo que haré... — le interrumpe el dios — primero quiero decirte que fallaste... — al descendiente le corre el sudor por la cara. El otro hombre se levantó con dificultad, miro su pecho y vio que la ayuda había sido buena, pero dejo una cicatriz negra en su pecho — atacar a vuestros enemigos sin un plan es simplemente vergonzoso... Tu poder fue de gran ayuda, en cierto sentido. Pero ya no nos sirve.

Estiro sus manos cubiertas por un exoesqueleto de metal. El hombre de estrelló al suelo y empezó a gritar, una luz azul salió de su boca, al llegar a las manos del dios se volvió negra. El dios rueda los ojos y suspira con fastidio. Un encapuchado de las sombras aparece a su lado, con unas alas negras. El dios coloca una mano en su mejilla y con la otra le entrega el alma al hombre con alas. El alado toma el alma y desaparece entre las sombras.

— Dime... Mi buen socio... Eres el único en el que por ahora puedo confiar — suspira el dios — ni siquiera mis sombras me respetan, y mis almas cada vez son insuficientes.

El hombre se quedo viendo el cuerpo sin vida del descendiente. No puede creer que después de lo que pasaron juntos, él termine así. Las sombras empezaron a engullirlo hasta que no se vio nada de él. Luego una figura aparece, un dragón dorado pero no el dorado hermoso, este era un dragón de sombras. El dios lo miro con admiración. El dragón era de tres metros.

— ¡Por fin algo bueno después de tantos años!... Ve mi querido y has de sus vidas un horror — el dragón desaparece como el encapuchado, el dios se vuelve hacia él otro — Dime mi buen amigo ¿Qué noticias me tienes?

— Nuestros planes no cambian, siguen siendo los mismos, tu quieres destruir Evendrich, yo quiero lo mismo... quieres acabar con todos los descendientes y semidioses yo también lo quiero... Pero estos súbditos que consigues no están ni al nivel de ser nombrados descendientes.

— ¿No quieres matar a la chica?. Ella siempre se ha entrometido en tus planes — El dios se burla.

— Mi vida personal no es de tu incumbencia. Y si quiero o no matarla es mi problema. Tu encárgate de buscar a alguien poderoso y que acabe con ese lugar de una buena vez.

— No te preocupéis, este chico solo era un señuelo. Una advertencia para lo que se avecina. Mi próximo movimiento será aún más divertido. — dice con diversión.

Él encapuchado solo lo mira. Lo único que piensa es que no debe hacerlo enfadar, si no quiere que le pase lo mismo a lo que una vez fue su sangre. El dios sonríe amargamente, todos caerán, la familia de dragones dejará por fin de existir. Todo el mundo sabrá quien es él, lamentarán haberlo olvidado. Pagarán por haberlo exiliado, todo por culpa de los semidioses y descendientes.

Esas cucarachas, de no ser porqué siempre están atravesados creyéndose héroes, los dioses jamás hubiesen gobernado Evendrich. Ellos deberían estar arrastrándose a sus pies pidiendo clemencia. Muy pronto todos sabrán quien es el prisionero de las sombras. 




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Muy bien, lo prometido es deuda. Pido disculpas por la tardanza, espero lo disfruten. 

Nos vemos en otras obras, cuídense y no olviden darle like a la historia si les gusto. Lamento los errores ortográficos, intento mejorar cada día, espero comprendan. 

Att: La autora :)

02 Memorias De Un Descendiente [Terminada]Where stories live. Discover now