La Casa de los Vampiros
Quizá la belleza fuera un requisito en la sangrienta existencia de los vampiros; tal vez cuando el mortal se convertía adquiría inmediatamente los encantadores rasgos del vampiro.
Camille, la tercer hermana de siete, siempre fue la rechazada y torturada por comentarios. Su cabello platinado y sus ojos verdes eran lo más bonito que ella tenía, por genética de parte de su madre, pero allí empezaba y acababa su belleza: tan pálida como la nieve, tan frágil como un cristal, era extremadamente delgada, y por más de ser rubia y de unos bellos ojos, no se llevaba las miradas de nadie. Sus facciones no eran lo que se denominaría delicadas, ni agraciadas, y al tener ese gesto intelectual todo el tiempo, la dejaba aún más basta.
La joven se lamentaba por no haber heredado los preciosos rasgos de su madre, o ser al menos mínimamente parecida a sus hermanas, con montones de muchachos detrás de ellas. Sin embargo, cuando Camille es conducida a una oscura casa abandonada por Dave, un joven de impresionantes ojos azules, todo cambia...
Cuando Camille despierta en un lugar que no es su habitación, no encuentra el pulso ni su mismo aspecto lamentable... sino que ahora, parecía toda una dama de corte. Y cuando Camille descubre que se encuentra en la Casa de los Vampiros, su vida da un rumbo completo a todo lo que conocía... Internándose en un juego de vida o muerte.
