Capítulo 10.

506 22 0
                                    

Mantengo los ojos cerrados a pesar de los zarandeos de Paula con afán de despertarme. Gruño casi en susurro y agarro la almohada con fuerza, hundiendo la cabeza en ella.

 -          Me cago en ti, Saray.

Respondo con un simple ‘’Mmm’’ y relajo todos los músculos del cuerpo, dispuesta a dormir un par de horas más. Incluso el día entero si hace falta. Pero mi amiga no se da por vencida. Agarra las sabanas y me destapa de ellas. Su siguiente objetivo es la apreciada almohada.

 -          Quiero dormir… - me quejo un poco enojada.

-          Aguántate.

Justo cuando Paula se dispone a abalanzarse sobre mí, me separo de la almohada y bostezo con fuerza. Restriego las manos sobres mis ojos.

 -          ¿Por qué me despiertas…?

-          Todo el grupo salimos a desayunar, así que ya tardas en ponerte otra ropa.

Entorno los ojos a mi cuerpo y caigo en la cuenta de que no me quite la ropa de ayer. Digamos que he dejado al pijama marginado en una esquina. Incluso llevo puesto los tacones, pobre de mis pies.

Me levanto y, con un poco de resaca, me acerco a la bolsa donde llevaba todas las cosas para después de la fiesta. Entre ellas ropa para el día siguiente.

* * * 

-          ¿Dónde fuiste ayer? Nos preocupaste.

Ya hemos salido de su casa y nos acercamos a la cafetería andando. Ninguna de las dos tenemos medios de transporte, no nos queda más remedio que esto. Me mira con expresión enfadada, realmente lo pasó mal al ver que había desaparecido.

 -          No estaba muy bien y decidí volver a tu casa.

-          ¡Es peligroso! Ibas media borracha y hay muchos niñatos por la calle.

-          Pero no me encontré con ninguno, así que…

Reprimo una pequeña sonrisa. Si que me encontré con uno. Un niñato que es demasiado amor para ser ‘’malo’’. Seguimos andando. El día de hoy es esplendido, al igual que los anteriores. Ahora deberíamos estar en el instituto, aburridas y con la cabeza en otra parte.

 -          ¿Se enfadaron los demás? – pregunto.

-          Ya sabes como son. Todo se lo toman a risas.

-          Que pasaron, vamos.

-          Exacto.

Me encojo de hombros y río, haciendo que Paula ponga los ojos en blanco. Me parece bien que se preocupe por mí, pero no es mi madre. Sé lo que hago, no hace falta que ella esté detrás de mi las 24h del día.

 -          ¡AQUIIIIIIIIIIIIIIIIIII!

La voz de Adrià suena por toda la calle. Muchas personas se giran para mirarle, mientras que nosotras agachamos la cabeza muertas de vergüenza. Casi pasamos la cafetería a causa de la charla, por esa razón a gritado. A el le da igual, le encanta ser el centro de atención y esto le parece de los más gracioso.

 -          ¡LAS DOS CHICAS DE ENFRENTE! ¡¿VENIS A SENTAROS CON NOSOTROS O QUÉ?!

Esta vez nos miran a nosotros. Fulminamos a Adrià con la mirada y avanzamos hacia el. Rezo para no tener la cara roja, algo que seguramente tendré. Cuando estamos al lado, empieza a reír por nuestra expresión de vergüenza.

No te alejes de mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora