Capítulo Unico

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Viktor andaba con toda prisa a la casa de los Katsuki con la noticia que les había dado la babushka. Es tu obligación, Viktor, mantener el honor de la familia. Si de verdad amas a ese omega, puedes traerlo a Rusia contigo.

Iba con toda la prisa, pasando el lago casi sin ver la linda vista. Estacionó de prisa en frente de la casa de los Katsuki y paró en seco para poder controlarse. No le serviría estar tan descontrolado con su omega, tenía que explicarle que debían irse juntos que lo cuidaría por siempre y no tenía razones para preocuparse.

Inspiró fuerte y lo soltó lento, se quitó el cinturón de seguridad y fue a la puerta a tocar el timbre,-Adelante.- Habló la señora Hiroko. Viktor entró y la saludó, -Hola, vengo a ver a Yuuri. ¿Puedo pasar?-

Ella se veía preocupada, su sonrisa contareada. -Si, se encuentra en su cuarto.- Paró como si no supiera como decir algo y pasó una mano por el cabello de Viktor, acariciándolo. -Eres un buen chico, Vitya. Recuerda que no importa lo que pase, estamos aquí para ambos. Yuuri será nuestro hijo, pero tu eres la persona que él más ama, por hacerlo tan felíz nosotros también te amamos. El futuro es incierto pero somos familia, así que no dudes en apoyarte en nosotros.-

Viktor recordó su conversación del otro día que había tenido con la señora Hiroko y no cabía duda en su cabeza que era muy afortunado de que sus suegros sean tan buenas personas.

Subió las escaleras y tocó la puerta del cuarto de Yuuri.

-Yuuri, voy a entrar.- Esperó a que su omega le diera el visto bueno para abrir la puerta pero éste demoraba.

-Yuuri...- llamó insistiendo.

Podía sentir a su omega dentro de la habitación, sonaron unos pasos desde adentro y la puerta se abrió revelando a un Yuuri pálido y triste.

No sabía cuál de los dos había iniciado el abrazo pero se fundieron en los brazos del otro y lentamente se dirigieron a la cama sin dejar de abrazarse.

-Te extrañe.- Murmuró Yuuri, presionando su cara contra el cuello de Viktor. Viktor se alejó sólo lo suficiente para poder presionar besos en su cara, en sus ojos, en sus redondos cachetes y en aquellos dulces labios.

-Yo a ti.- Atinó a responder Viktor. Cada beso era adictivo y no podía dejar de hacerlo, su corazón desbordaba con sentimiento.

Sentía que el calor de su cuerpo lo sofocaba, andaba mucho tiempo sin poder tocar a Yuuri y sus manos quería tocarlo todo. Quería hundir sus dedos en aquella piel suave y redonda, manipular aquellas lonjas de carne que creaban curvas tan apetecibles y suculentas.

Sus manos se colaron debajo del polo de Yuuri mientras su lengua capturaba la suya, succionando y lamiendo aquella esencia de su amado omega. Sus gemidos y gruñidos eran exquisitos, lo excitaban tanto que no podía resistir frotarse contra él.

Una de las manos de Yuuri presionaban contra su nuca, jalándolo hacia su boca donde éstas se buscaban apasionados, y la otra estrujaba su trasero mientras se mecían las dos caderas buscando placer. Los ojos de Viktor cayeron sobre la puerta abierta del cuarto, estaba tentado a ignorarlo y dejarlo abierto para mantener el hilo del deseo que los inundaba, pero sabia que Yuuri no se lo perdonaría si sus padres los vieran en pleno acto.

Se levantó frustrado, sintiendo la separación como un machetazo al corazón y se apuró en cerrar bien la puerta para regresar lo más rápido posible a los brazos de su amado.

-Viktor,- Yuuri lo llamó, su linda carita roja por la excitación y a la vez tan triste. -Viktor, hay algo que quiero decirte.-

Viktor lo besó, sentándose de nuevo sobre la cama. -¿Si, amor?-

Pequeñas BendicionesWhere stories live. Discover now