Lo que el viento se llevó

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¡Hola a todos! 

Gracias por darle una oportunidad a este escrito. La verdad es que lo tenía en mi computadora desde 2013 cuando lo escribí, pero nunca lo había subido a Wattpad, aunque sí a otras plataformas. En aquél entonces lo hice para un concurso en el que nos daban una frase y debíamos escribir un one-shot a partir de ella.

Sin más que decir, espero que sea de su agrado.

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Sábado 24 de agosto, 11:27 pm

  Allí estaba yo, en la terraza de aquel edificio abandonado, mirando hacia el vacío que se extendía bajo mis pies. Era tan tentador, como si me llamara. Sentí cómo mi cuerpo era atraído hacia el borde de la terraza. El fuerte viento azotaba la piel desnuda de mi cara y brazos, y hacía que mi cabello revoloteara alrededor de mi cabeza, en el frío de la noche.

  Ese edifico abandonado y echado a perder, había sido testigo de todos los recuerdos que tenía mi mente con respecto a ese hombre despiadado y cruel, causante de mi gran dolor.

  En mi cabeza, todos los sucesos que habían precedido a la situación en la que me encontraba, y que de alguna manera eran los causantes de mi decisión, se sucedían uno tras otro.

  Recordé la primera vez que él me había llevado hasta el edificio.

  Llevábamos un mes y medio juntos, y había dicho que quería mostrarme un lugar especial, al que él solía ir cuando era pequeño a jugar con sus amigos.

  Todas las palabras que me había dedicado ese día estaban grabadas a fuego en mi cerebro.

  — ¿Te gusta? —había preguntado cuando acabábamos de llegar al último piso y yo me había acercado al borde. De allí se podía observar toda la ciudad iluminada por sus luces. Era hermoso. También estaba lo suficientemente lejos como para que cuando mirabas al cielo vieras todas la estrellas.

  —Es precioso —había contestado yo, con una gran sonrisa de admiración hacia aquel bellísimo paisaje.

  —Sí, lo es —se había acercado a mí y me había rodeado con sus brazos, para luego susurrar en mi oído—. Pero no más que tú. Te amo, Kelley.

  Yo me giré en sus brazos y lo besé a modo de respuesta.

  —También te amo.

  A partir de esa noche, habíamos ido muchas noches hasta aquel lugar. Pasábamos horas contemplando la ciudad, conversando, contándonos secretos. No es hasta que lo pienso hoy, que la única que contaba secretos era yo, él se limitaba a escucharme y comentar algo alguna que otra vez. Yo estaba verdadera y ciegamente enamorada.

  Un año después, me había prometido que se casaría conmigo. Me había regalado un colgante con nuestras iniciales, el cual llevaba puesto en este momento. Una vez más, lo que me había dicho esa noche, se había quedado para siempre en mi cabeza.

  —Cierra los ojos —me había pedido. Yo le había obedecido sin dudar—. Ahora ábrelos.

  — ¡Wow! Es el collar más hermoso que he visto en mi vida. ¡Gracias! —había exclamado al ver el colgante en la cajita.

  —Kelley, eres mucho para mí. Te prometo que cuando acabemos nuestros estudios, nos casaremos, nos iremos del país, formaremos una familia y seremos las personas más felices del mundo —había prometido, muy serio. Como siempre, había creído en él.

  Jamás había desconfiado de él, nunca me había dado razones para hacerlo, nunca me había engañado, o eso creía. ¡Que ilusa había sido! Creyendo que todo lo que él decía era verdad. A todas sus palabras y promesas se las había llevado el viento. Cuando me di cuenta de esto, ya era muy tarde, su traición dejaría un gran agujero en mi corazón.

  Él me había dicho que iba a estar en una cena familiar, ya que unos parientes suyos habían venido del extranjero. Yo había salido con una amiga, la única que me quedaba, a decir verdad. Por culpa de él, me había apartado de mis amigas y hasta de mis familiares, pero no me había importado, él me había prometido la felicidad.

  Cuando entramos al local al que solíamos ir, lo vi. Sentado en un sillón, con una chica rubia abrazada, y él pasándole el brazo por los hombros. Luego se besaron y para mí fue como si millones de agujas se clavaran en mi pecho. Mi corazón se retorcía de dolor y las lágrimas que luchaban por salir hacían que mis ojos ardieran.

  Al finalizar el beso, él levantó la mirada y me vio, observándolos. Se levantó para acercarse, o eso creo que intentó, ya que me di media vuelta y salí corriendo. A lo lejos, escuché como mi amiga me llamaba, pero no me importó. Quería alejarme lo máximo que pudiera de ese lugar. Dolía, dolía mucho. Sentía como las lágrimas caían sin control por mis mejillas, pero tampoco me importaba. Era como si fuera en piloto automático, no recuerdo en qué momento llegué al edificio abandonado y subí corriendo las escaleras, hasta llegar al lugar en el que me encontraba en este momento.

  Volví a mirar hacia abajo, hacia la ciudad. Miré el cielo y en silencio me despedí de esa ciudad y de todos mis seres queridos. De todas maneras, no creo que me echen de menos, ya es como si no existiera, pensé.

  Extrañamente, lo único que sentía en este momento era paz. El dolor había cesado y las lágrimas también.

  Decididamente, di el último paso que me quedaba para llegar al borde, justo en el momento en que escuché los pasos de alguien acercándose.

  Me di vuelta y lo vi a él, parado en la puerta que daba al lugar en el que estaba yo. Me miraba con horror y me gritó "no lo hagas, Kelley". Pero eso no era suficiente para detenerme.

  —Adiós, Damien —susurré, pero sé que él me escuchó. Sonreí. Ya no sufriría más.

  Salté de espaldas hacia el vació y dejé que el viento me llevara, de la misma manera que se había llevado las promesas de felicidad y las palabras de amor de Damien. 

Lo que el viento se llevóWhere stories live. Discover now