La unificación de los reinos cap 1
Urskoy; año 1150 DOZ*
Todo empezó en un invierno largo y tempestuoso. Las poderosas tormentas no daban tregua al reino de Urskoy, anegando, sin remedio, los patios de la fortaleza del rey Cladius, hasta los lejanos campos de trigo en los territorios del norte. Parecía que el mismo Agrammonth, hubiera abandonado su trono del inframundo, para comendar los vientos que azotaban estas tierras y sus habitantes. Como si no lo tuvieran difícil de por sí, para sobrevivir en un mundo donde las espadas eran un bien necesario, las batallas se detonaban con tan solo mirarse a los ojos, y la magia inclinaba la balanza a favor de los seres malignos y sanguinarios que no se compadecían de los mas puros de corazón. Sí, la vida en Urskoy era difícil. Pero aun así, el ambicioso rey ansiaba ser el gobernante más grandioso de todos los tiempos. Su arrogancia no permitía que nadie alzara la voz en su contra, castigando con mortal severidad a aquellos que osaran contradecirle. De tanta soberbia, fue apodado entre los resignados, Cladius el Arrogante. Sentado sobre sus rechonchas posaderas, le gustaba mostrar sus asquerosos dientes amarillos, en una sonrisa torva y malvada, disfrutando de su despilfarro de oro, y de las penitencias de los proscritos. El tirano, parecía incluso más alto de lo que en realidad era... ¿o quizá era el temor de sus vasallos lo que parecía ser un gigante? Mientras gozaba de los infinitos placeres que podía ofrecerle sus riquezas; mujeres alegres de rincones insólitos, vinos exquisitos y ranas del pantano de las penas, cuales eran alucinógenas y adictivas. En esa alegre vida del señor de la ciudad, nunca se separaba de su apreciada espada, ni de su corona del reino. Esta joya de realeza tenía un rubí esmeralda en el frente y justo encima, la imponente insignia de la ciudad, el águila imperial. El rey odiado por sus gentes creía severamente en la religión, reflejándose en sus vestimentas. Portaba una bonita capa de bisonte, donde colgaban varias tiras de cuero, donde finalizaban varias escrituras de ''DOZ´´. Posiblemente Urskoy tenía el honor de ser la ciudad con más seguidores de su dios. Los atuendos tampoco escapaban de su forma de gobernar a su pueblo, un despilfarro de oro, con las mejores tejidos posibles. Entre ese insulto a sus gentes, con la moneda, portaba orgullosamente una espada larga y de vaina muy fina, algo insólito en esa época. Ese acero según se decía procedía de unos de los hijos de ''DOZ´´, lo que atorgaba misterio a esa particular espada. En la vaina se dibujaba unas letras de lenguaje antiguo y con toques blancos en ese acero muy liviano y resistente a la vez.
Cladius se alió con el rey Koppens, de la fortaleza Forthor; sabia que era un rey muy joven, debería tener los veinte años, pero tenía uno de los ejércitos más grandes de los reinos, gracias a su ya casi vacía mina de plata, lo que le proporcionaba captar gente dispuesta a morir por un buen saco de monedas.
El rey Arrogante lo que mas temía era a los reyes de Ergerder, debido a que uno de los dos reyes era mitad elfo-humano, de nombre Ewon y el otro rey, el joven Schulemberger, que curiosamente fue elegido por los primeros magos del colegio de magia. El joven príncipe era un crío todavía pero, se decía que su dominio de la espada a esta edad tan temprana era sin igual. Otra de las cosas que temía con gran temor, los magos de esa ciudad, que aunque estaban creciendo como colegio y todavía eran pocos magos y jóvenes algunos.
El rey Ewon el Impecable, cual apodo le perduraba de sus legendarias batallas ganadas, siendo un general respetado entre todos los reinos. La edad era un misterio, nadie sabia en exactitud sus largos años, pero se rumoreaba que no menos de quinientos años debería tener. De rostro fino, con la piel algo emblanquecida y de ojos turbadores a vista humana, a cual traspasaba el alma. Portaba una larga melena de color dorado, que brillaba con el sol y siempre parecía tener el pelo brillante, debido a los aceites mágicos de los elfos. En su fina frente aguardaba una preciosidad de joyería, un regalo del rey de los elfos; una bonita y esbelta diadema. La reliquia hacia unos arcos en la zona cerca de las cejas finas. Estaba realizada en oro élfico, recubierto de una leve capa de baba de caracol, calentada de forma única por los elfos, con lo que proporcionaba una brillantez sin igual.
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Los Reinos Perdidos
FantasyEn un mundo donde la magia fluye en todo su resplendor, los reinos olvidan sus pactos y criaturas antiguas reclaman el dominio sobre los demás. Sobre este mundo, en relativa paz, una amenaza se cierna como nunca antes visto. Los reyes de Ergeder, ju...