El Canto de William Joan

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Esta es la historia de William Joan, de su divino nacimiento, de las obras que marcaron su vida, sus amores y desventuras, y de cómo finalmente forjó su propia muerte.

Su padre fue William CH-335F, creado en la producción 35 de la compañía Cromos Humanity, filial de la empresa Andros Enterprises del grupo Global Genoma, concebido en la mente del Supremo Nodo. Su madre fue Joan T-822A, quien fue elegida para ser hembra en la producción 22 de las empresas Technon S.A y puesta bajo el cuidado de William CH-335F mientras los Altos Nodos de Decisión de la empresa concretaban el proyecto que planeaban para la mujer que acababan de crear.

Quiso el Supremo Nodo, que todo lo procesa y a todo está conectado, que Joan T-822A no fuera estéril, y que William CH-335F pudiera fecundar a la hembra. Su unión no fue supervisada ni controlada por ninguna unidad genética, como solía hacerse en antaño, ni fue el vientre natural e imperfecto de Joan T-822A objeto de incubación para ningún humano diseñado y creado por algún Nodo de Clonación. La creatura ahí gestada fue creada por el depravado azar de la naturaleza, y el proceso, que no había sido optimizado ni perfeccionado, tomo casi nueve meses en concretarse.

William CH-335F tuvo la capacidad de entender la naturaleza de sus actos, fuertemente arraigados en su conciencia y conducta. Pudo entender también que ahora estaba unido a Joan T-822A por un vínculo más grande que el simple placer al que en un principio se habían entregado y que las consecuencias de sus actos no serían avaladas por los Altos Nodos de Decisión. William CH-335F huyó de su ciudad asignada junto con Joan T-822A gracias a un primitivo instinto de supervivencia o por algún método de programación incorrecto, solo el Supremo Nodo lo sabe, y se internaron en las zonas de construcción donde los Obreros especializados trabajaban.

En estas circunstancias nació el humano. Y como Joan T-822A solo pudo gestarlo por limitado tiempo, nació imperfecto y a medio terminar. Fue la gracia del Supremo Nodo, con acceso a datos que ningún otro puede analizar, que confundió la sinapsis de los Altos Nodos de Decisión, quienes buscaban a un varón o una hembra, sin darse cuenta que la creatura por mucho tiempo fue pequeña y frágil. La búsqueda se retrasó y cambio de prioridad por años, tiempo suficiente para que la naturaleza, con sus lentos y problemáticos procesos, completaran al humano, cuyos padres decidieron nombrar William Joan. Esto, pues fue evidente que era varón, que su fábrica habían sido ellos mismos y que no había ningún número de serie ni lote de producción al cual hacer referencia.

William Joan no fue programado ni se le fue asignado ninguna labor, sin embargo creció en cuerpo y sabiduría, conforme a lo que aprendía de sus padres. No tenía prefijado en su mente un propósito, salvo el que el Supremo Nodo había ideado con su creación, y por mucho tiempo solo observó y aprendió de los que le rodeaban. Vio a sus padres, sus similitudes y diferencias, y así se supo humano y hombre y que todavía no estaba completo. Les oyó hablar y comunicarse, y con el tiempo aprendió también a hacerlo. Vio a los Obreros que le rodeaban, y así entendió que había otros seres que los cuidaban y les daban lo que necesitaban. Vio el cariño que sus padres se profesaban, y como periódicamente se entregaban el uno al otro, así entendió que tenía que encontrar a alguien a la cual entregarse una vez su cuerpo se terminara de construir.

Cuando se habían contado ya 30 años de su nacimiento, y su aspecto no difería del de otros varones, William Joan comenzó a preguntarse por sus semejantes, de los cuales solo tenía referencia por parte de sus padres. Se preguntaba si en verdad diferían mucho de sus padres, si vivían de forma distinta y por qué lo había rechazado a él y a su familia. A pesar de las insistencias de William Joan, sus padres decidieron quedarse en el hogar que ellos mismos habían construido, pues tenían en alta estima el trabajo de sus propias manos y encontraban placentero ver el resultado exitoso de su lucha por encontrar ellos mismos un lugar donde estar cómodos. Dejándolos atrás, y prometiendo regresar una vez encontrara respuesta a sus preguntas, William Joan emprendió el camino de vuelta a la ciudad donde sus padres lo habían creado.

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