1. EL efecto mariposa

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¡Hola! Antes de empezar, querríamos explicaros de qué va este proyecto. Se trata de una historia elaborada entre NetiS_11037 Ragoreyna LorenaCiudad y raoulsushi en la que, cada capítulo, estará escrito por una de nosotras.

Esperamos que os guste mucho, chachos.

Capítulo escrito por NetiS_11037

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A veces elegimos malas palabras, y hacemos cosas que quizás no sean las más adecuadas; aunque eso es comprensible. Somos humanos, y los humanos, como el resto de seres vivos, somos imperfectos.

Pero... ¿qué es realmente la perfección?, quizás sea esa la incógnita que todos debamos replantearnos alguna vez. Quizás la perfección solo sea un espejismo, o una treta de nuestra mente para hacernos sentir que no valemos, que no llegamos a ser lo que el resto del mundo quiere que seamos, o lo que según ellos, deberíamos ser... aunque ni nosotros mismos lo sepamos.

Para él un día perfecto sería aquel en el que no tuviese que pensar en qué venía después de levantarse. Tal vez le diese por meterse en la piscina del jardín, tal vez bajase a jugar al pádel con alguno de sus amigos, tal vez no hiciese nada y dejase la música de los altavoces tan alta que no pudiese oír ni sus propios pensamientos. Mucho menos los golpes suaves de la sirvienta en la puerta de su cuarto o los canticos infantiles de su hermana menor dos puertas a la izquierda.

No le gustaba pensar, solía decir su padre. Ni implicarse, ni trabajar, ni estudiar... ni nada de nada. Aquel curso no se había librado de los usuales cuatros y noventa y muchos que acostumbraban a ser cincos, pero que por algún dichoso giro del destino aquel año se habían quedado en un molesto cuatro dentro del boletín.

Cinco de ocho.

La vergüenza de la familia.

Aunque aquello a él no le había importado. Las recuperaría en septiembre si hubiese. Pero el problema era que septiembre y junio se habían intercambiado los papeles un año atrás, y lo que hubiese sido su salvación, se había esfumado como si fuese polvo.

Su padre acostumbraba a decir que todo esfuerzo tenía su recompensa, y que los errores se perdonan, pero las cagadas, se castigan.

Y él, aquel año, la había cagado... pero mucho.

Desde su asiento en el Lamborghini veía verde. Campos enteros del mismo tono, bosquecillos de robles perdidos del resto del mundo, un arroyo pedregoso del que manaban juncos y agua clara, fresca, y pueblecillos lejanos, desperdigados por aquí y por allá, lejanos a la carretera por la que las ruedas del vehículo vagaban suaves, calmadas. Su padre conducía despacio, con calma, ventanilla bajada, pelo al viento y Rayban cubriendo sus ojos de miel, o de girasol. Como los suyos.

De sus tres hijos, él era el único que los había heredado. Y, sin embargo, el que menos se parecía a él.

—Puto campo... —murmuró para sí mismo, viendo una señal de cañada desaparecer de su vista en cuanto la dejaron atrás.

Iban solos en la carretera.

—Podrías dejar de quejarte un poco y disfrutar del aire. Ya quisiera el de casa ser tan puro.

—Huele a mierda de vaca. No sé que le ves de puro a eso.

—A parte de eso. Inspira fuerte, ya verás.

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⏰ Última actualización: Aug 09, 2019 ⏰

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Bonhomía - RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora