W a l t e r

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       Anoche se nos trajo un nuevo paciente al hospital psiquiátrico del 3324 de la calle Mattson.

     El paciente nuevo es un caso bastante curioso, fue traído a eso de las 11:35 P.M de la mano de cuatro oficiales de policía que estaban bastante alterados. El sujeto que traían estaba esposado de manos y pies, aunque no presentaba signos de forcejeo ni resistencia de su parte. Todo lo contrario, el tipo parecía estar completamente inmóvil y apenas poder mantenerse de pie. 

     Tenía el cabello seco y despeinado, de un color negro con unas cuantas canas y que se le estaba empezando a caer en la coronilla, por este aspecto parecía alguien de mediana edad. Era un hombre grande, de notable robustez y peculiarmente corpulento, que se le notaba bastante fuerte a simple vista. Llevaba puesta una camisa blanca mangas cortas, unos jeans rotos y manchados, un calzado de aspecto barato color marrón y un collar con dos chapas de identificación al estilo militar. Todas las prendas de vestir, estaban manchadas y salpicadas con sangre que parecía no ser suya, dado que no tenía herida alguna. 

       A pesar de todo, algo que llamaba demasiado la atención de su apariencia sobre todo lo demás eran sus ojos. Unos ojos completamente blancos, pareciendo no tener pupilas porque estas estaban encubridas en aquél color vació. Reflejaban un profundo vacío y tenían una ausencia de expresión en la mirada. Era como ver los ojos de un cascarón hueco de alma y sin espíritu alguno. Aquella falta de expresión que tenía lo hacía parecer mucho menos humano,  provocaba cierta sensación de incomodidad y repulsión que afectaba a todos en aquella sala. Los análisis médicos que leímos más tarde afirmaban que no padecía de algún tipo de ceguera y que tampoco los tenía así de nacimiento, lo que indicaba que en algún momento de su vida y de forma natural sus ojos tomaron ese cándido color blanquecino. 

       Lo primero que se nos pidió de parte de los oficiales fue que le sea colocada la camisa de fuerza y se lo lleve a una habitación acolchada lo más pronto posible. Lo pedían con miedo, se les notaba en la voz temblorosa y el sudor que bajaba por sus frentes. Ellos no se sentían seguros estando en la misma habitación con ese sujeto, vaya que tenían razones...

       Nos dijeron que el extraño hombre estaba en medio de un juicio penal por el asesinato de veintiún personas, de entre las cuales estaba involucrada una oficial de policía. Pero dado a que faltaba un motivo aparente para el sanguinario asesinato, teníamos que averiguar si padecía de algún trastorno mental que lo influenciara a cometer dicho delito. Era necesario para que se pueda determinar bien la condena, dado que hay leyes para delitos provocados por victimarios con trastornos mentales. 

       Se nos brindó una copia de los datos de la investigación por si había algo de información que nos sea útil a mí y a los otros psiquiatras que trabajan conmigo. En los papeles de aquel folio se encontraban los datos más importantes de la vida del sujeto antes del homicidio y un poco sobre el entorno en el que se encontraba. 

       Debido a la ley del ejercicio profesional de la psiquiatría no podré darles detalles personales del paciente porque estaría rompiendo su confidencialidad y el secreto profesional de la psicoterapia. Así que en lugar de su nombre, me voy a referir a él como "Walter" de ahora en adelante. 

      Walter era un hombre que trabajaba como albañil unas doce horas al día. Su cuerpo fue desmedidamente debilitado por los años y años de trabajo pesado que presentaba el oficio de la albañilería. Se le podía notar en los dedos callosos y los brazos fornidos pero cansados que él tenía. Su sueldo de clase media baja y esfuerzo duro le alcanzaban para pagar una mediocre y humilde morada en los peligrosos suburbios, en los bordes de la ciudad. 

     Vecinos comentaban que él iba todas las noches a un bar, tomaba una o dos latas de cerveza y luego sacaba su billetera para apostar en la mesa de billar o en la baraja de póquer con la esperanza de llevarse algo de dinero extra. Nadie sabe en que pensaba invertir el dinero. Algunos dicen que él comentaba como le gustaría tener un Renault 9 o algún automóvil barato para no tener que ir a trabajar en bicicleta. Mientras que otros especulan que él simplemente quería vivir en un lugar con menos robos y delincuencia, dado que la inseguridad de los suburbios era bastante alta.

W a l t e rWhere stories live. Discover now