Permíteme pensar en ti

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Cerró la taquilla de golpe. Las matemáticas deberían estar prohibidas por aburrimiento, pensó Nacho. Desvió la mirada hacia el otro lado del pasillo. Jorge hablaba con Nerea. Sonriente. Suspiró. Tenía que asumirlo de una buena vez. Para su cerebro, era la idea más razonable. Sin embargo, el resto de su cuerpo no pensaba lo mismo. Nunca se fijaría en él.

Aquel enamoramiento estaba yendo demasiado lejos.

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Se fijó en Nacho. Estaba al otro lado del pasillo. No tenía buena cara. Le vio en el mismo momento en que Nerea se le acercó. La verdad es que no sabía qué le estaba diciendo la chica. Jorge solo decía a todo que sí con una sonrisa. Se preguntaba que pasaba por la cabeza de Nacho en ese momento.

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Recibió el pase de Ángel. ¿Qué pensarían sus compañeros? Le echarían de su puesto de capitán. Jaime le tenía ganas desde hacía tiempo. Jorge pensó en la cara que se le pondría a su padre si eso llegase a ocurrir. Siempre había sido el capitán del equipo de baloncesto. Era el eje ofensivo. El padre de Jorge estaba muy orgulloso de ese hecho. Pero le echarían, Jorge lo sabía. Aunque no lograba comprender que tendría qué ver la atracción que sentía por Nacho con su forma de jugar. Después de todo, ese sentimiento no era algo nuevo, y su rendimiento no había bajado. La imagen imaginaria de su padre decepcionado, volvió a asaltar la mente de Jorge.

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¿Qué diría su hermana? Hasta Nacho se había dado cuenta de cómo su relación con Ismael se había enfriado desde que este tuviese pareja. Y no precisamente una mujer. ¿Y en el vestuario después de educación física? Las chicas ponían mala cara cuando entraba Beatriz, cosa que no pasaba antes de que se supiese que era lesbiana. No quiso pensar en los rostros de sus compañeros haciendo el mismo gesto cuando entrase él.

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El entrenador silbó con el silbato. No era más que un entrenamiento, pero como siempre, Jorge estaba dándolo todo en la cancha. El míster siempre le decía que no hiciese sobreesfuerzos. Agarró la botella y dio un largo trago. Miró de reojo a su alrededor. Si los que le rodeaban tuviesen telepatía, aquel pensamiento podría salirle muy caro. Pero, si gran parte de las chicas que iban a verles jugar, era para disfrutar de las vistas en los descansos, ¿por qué no podía hacer él lo mismo? Después de todo, no es como si no les viese en los vestuarios. Ahora, en lugar de cubiertos de cubiertos de agua y vapor, de sudor y ropa de deporte corta. Jorge no pudo evitar pensar que las vistas de dentro de veinte minutos eran mejores que las de ese momento.

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Aquello no podía salir a la luz así como así. Nadie podía saber que a Nacho le gustaba Jorge.

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Pero todo aquello daba igual, después de todo, para Jorge era imposible el hecho de que Nacho pudiese pensar en él de esa manera.

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Imposible, pensó Nacho.

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Imposible, pensó Jorge.

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En verdad, no es como si Jorge fuese su amigo. No tenían una relación muy estrecha. Apenas habían intercambiado un par de palabras desde que Nacho llegase a ese centro dos años antes. Dos años en los que había estado perdidamente enamorado de Jorge.

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¿Qué si había fantaseado con Nacho? Para qué, sería darse falsas esperanzas. Imposibles realidades. Mentiría si dijese que no le importaba lo que pensasen los demás. Pero Jorge tenía claro que si notase el más mínimo acercamiento se tiraría a la piscina.

Permíteme pensar en tiTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang