Fue uno de esos veranos dignos de recordar, pero que duelen al ser recordados. No es una nostalgia amarga la que te invade cuando piensas en esos agridulces momentos, es simplemente nostalgia. Esas cosas que se hicieron por primera vez y deseas que fueran las últimas. Sería demasiado horrible tener que repetirlas. Aquel verano conocí gente, y otros que no lo eran tanto. Afronté mis miedos aunque eso no me hiciese más valiente, sino que me confirmó mis temores. Y no por vivir más experiencias me volví más sabia, sólo más experimentada. Vi sufrir a personas a las que quería tanto que compartieron conmigo su sufrimiento, lo que les hizo egoístas sin buscarlo. Con todo lo que yo ya sabía, es decir, lo poco, no me costó mucho seguir la corriente, lo más difícil fue encontrarla.