Ni yo mismo sabría explicar con certeza o mucho menos a ciencia cierta, los horrendos acontecimientos que tuvieron lugar dentro del laberíntico acuario público Aqualumpy aquella noche, el único motivo por el que he decidido soltarlo todo en este diario, es porque de una forma u otra quiero expresar el horror inconmensurable que me hizo dudar de mi propia cordura, la noche del 27 de mayo de 1990. En la intangible oscuridad infinita de una atracción de ensueño, algo se arrastra... o al menos eso dicta la leyenda de Aqualumpy, ¿sera cierto aquello? ¿podría realmente haber, ocultos para el ojo publico, seres de las profundidades cuya mera consciencia de su existencia provocaría pavor en la gente común... encerrados en aquel precioso lugar?