Siempre habíamos estado mi madre, mi abuela y yo, por una cosa o por otra al final siempre acabábamos estando nosotras solas. Parecía que en mi familia había una maldición que nos prohibía ser amadas, he podido vivir muchas experiencias de dicho sentimiento y ninguna de ellas terminaba bien, así que desde que tengo 10 años me he repetido una y otra vez que no creyera en el amor porque, yo, tenía claro que no iba a ser una victima mas de ese sentimiento. Normalmente la gente recuerda su infancia como la época más feliz de toda su vida, en cambio yo lo único que recuerdo es dolor.