A mis 17 años de edad y por mi historia familiar no debería estar estudiando sino lo contrario estar en el mundo del vicio vendiendo mi cuerpo y porque no, tal vez ser una bendecida y afortunada, sin embargo ese momento aún no ha llegado. Mi vida social es gracias a la universidad pues tengo que ver y convivir casi todo el tiempo con las mismas personas, soy estudiante de comunicación social y periodismo en una universidad pública del país en la que por suerte quedé becada, estoy en quinto semestre y he tenido que elaborar mi horario de tal manera que me dejara dos días de la semana libre más sábado y domingo para poder trabajar en una biblioteca pública, en tiendas, siendo mesera, conserje y todo cuanto salga, lo del transporte me lo ahorro pidiéndole a los chóferes me permitan vender algunas golosinas a los usuarios. De momento así estaba mi vida, me la pasaba la mayor parte del tiempo posible fuera de mi hermoso hogar hasta que llegaba la noche y tenía que enfrentar otra pesadilla. No sé si algunas personas nacemos solo con el único propósito de sufrir en el mundo porque de algo estoy segura y es que historias como la mía no son precisamente de superación sino de supervivencia.