Si alguien vuelve a decirme que no esté triste, voy a explotar. Voy a pegarle un puñetazo en la cara. Voy a gritar hasta que el cielo se rompa a pedazos. O quizá mi pecho. Ya siento las fracturas crecer como una tela de araña. Solo necesitan un golpe más, y siempre llegan más. La vida reserva unos cuantos, para cuando te has vuelto a poner en pie después de caer de rodillas una, y otra, y otra vez. En mi caso, falta otra más. Solo una. Voy a decir la verdad. Entonces nadie se recuperará. Yo ya estoy perdida. ¿Por qué hundir el barco conmigo? Mi mayor secreto es que estoy rota, y nadie puede quererme por ello. Solo me remito a los hechos:
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