Lo tenía todo perfectamente calculado. Hasta que él llegó a mi vida. Irresistiblemente guapo y con el ego montado en una nube. Lo que se dice: un idiota con todas las letras. El talentoso Asher Crowe -actor con varios premios llenándose de polvo en las vitrinas de su lujosa mansión en Los Ángeles, a pesar de su juventud- parece haber sido designado para convertir mi existencia en un verdadero infierno. Pero no todo es maravilloso en el paraíso del actor. Al menos, no desde que su prometida lo abandonó -un mes antes de la boda- para irse con el mejor amigo del novio. Por supuesto, un personaje de su importancia no iba a permitir que el mundo conozca el rechazo más humillante que podía sufrir y no tuvo mejor idea que inventarse un justificativo para la ruptura de su pareja de años: un nuevo amor. Y es ahí donde entro yo, Maddison Fowley. Yo, que he hecho muchas cosas arriesgadas para sacar a «lo que queda» de mi familia del abismo económico en que estamos hundidos. Todo ha sido pactado legalmente, contrato de por medio. ¿Qué podría salir mal?