Todo comenzó una mañana de noviembre, era un día como cualquiera rumbo a la escuela, las clases habían comenzado, el tiempo pasaba lento en la aburrida clase de geografía, escuchar vagamente al profesor mientras miraba por la ventana, el timbre salvaba a un compañero de recitar todas las ciudades y capitales, castigo por no poner atención, mi mirada tomo un nuevo rumbo, parado junto a la puerta un chico con nuestro uniforme esperaba al profesor del siguiente turno.