Sentada sola en una mesa de restaurante, Sera releía las anotaciones que había hecho en su libreta. Llevaba varios días viajando sola por las Ciudadelas, obteniendo información sobre la recompensa que le cambiaría la vida y le permitiría dejar su pasado atrás. Las miradas de los pueblerinos estaban sobre ella en todo momento, no tenían muchas visitas en Ciudadela 5 por culpa de las guerrillas; y su perfecta piel blanca, su magnífico cabello rubio y hermosos ojos verdes, la destacaban del resto, generando total y completa desconfianza. Los Artificiales no son bienvenidos en las Ciudadelas y ella tenía todas las características más comunes para serlo. Después del toque de queda, y durmiendo en un callejón oscuro, Sera escuchó como dos individuos traspasaban la reja que limita la Ciudadela con el desierto. Dos Artificiales robaban alimentos y no pudo evitar seguirlos, metiéndose en muchos problemas. Sera es llevaba inconsciente por aquellos dos Artificiales e inserta en un mundo desconocido, en el cual nunca pensó que podría sentirse tan a gusto.
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