Capítulo 2x√−2. De puella a lupellis servata

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¡No te hundas aún! Mis escamas... Eso era, aunque apenas tenía unas zonas del cuerpo cubiertas (las que deberían de estar cubiertas por bello corporal en una hembra humana adulta); estas blancas bruñidas de bordes celestes tenían cierta capacidad de reflejo, por lo que deberían de exponer mi figura. Levanté mi axila siniestra y expuse mi rostro de refilón...

¡Eureka! Debía de ser el maldito espejo (bueno, por algo era propiedad de la bruja archienemiga de la Blancanieves de cuento), sí, o quizás algo relacionado con que sea una mediagashem de otro mundo; podría ser que los materiales del orbe Tierra no interactuasen de la misma forma con un ser foráneo extraterrestre y ajeno a cualquiera de sus biomas.

Así pues, se había expuesto mi rostro sobre aquellas, mis bruñidas escamas de pescado; no me llamó la atención como a una protagonista de isekai genérico, después de todo estaba ya acostumbrada a tratar con figuras alegóricas en el arte y a pretender explicar su significado real.

Estas cosas las tenía ya muy vistas, de todos modos, sí que me preocupaba exponerlas en un mundo donde las sirenas solo existían en los relatos antiguos y cuentos variados de diversa versión, aún más cuando la mayoría de terranas y terranos supervivientes sufría de Histeria.

Bien, ya estaba relativamente calmada... Pero aún no debía de bajar la guardia. ¿Y Kala? Quizás estaría durmiendo en su litera. En ese momento pensé en despertarla y disculparme con ella, en especial, notificarle que ya me ubicaba óptima y que no tenía que preocuparse más por mí.

¿Qué fue aquel sonido? No me di cuenta de ello al haberme focalizado tanto en lo que estaba haciendo y sintiendo. En efecto, escuché la clásica acústica de un ordenador antiguo; el de su ruidosa ventilación y una disquetera a juego cargando algo.

Yo suponía que era Kala, que por fin parecía haber aceptado que su padre era un cadáver momificado. Ella estaría usando ese cacharro ochentero como distracción, o puede que estuviera buscando información familiar para recordar, dicho de otro modo, la pelicarbón estaba despierta... Bien, aquello me ahorraba perturbarla, incluso la podría ayudar a superar el trauma; después de todo, yo ya era una experta en soportar y hacer sufrir a los demás.

***

Regresé ya serena a la pequeña habitación de dos literas, es decir, la que tenía cuatro camas más una extra sobre la mesa de trabajo. En el escritorio se encontraba un PC datado en el último cuarto del siglo pasado.

Tropecé de nuevo por no estar atenta y el haber sido confiada, aunque la verdad, aquel era un serio problema de visión. Esta vez no ignoré el bulto con el que casi caigo de bruces, así que me agaché para ver qué era, y si hacía falta, guardarlo en su lugar para evitar mayores traspiés.

¿Era una broma? ¿Aún estaba durmiendo y todo esto no había sido más que una pesadilla? No era un bulto y no era el qué sino el quién, se trataba de mi protegida, compañera y única aprendiza. Me sentía como una porquería por lo que había hecho, no una, sino dos veces; había priorizado mi bienestar sobre el suyo. La había pateado involuntariamente dos veces, pero lo que más me atemorizaba, era haber perpetrado el mayor crimen por mi probada fuerza sobrehumana de adulta mediagashem.

Consternada, me acurruqué para comprobar el estado de Kala. En aquel momento intenté tomarle el pulso, pero no notaba nada... ¿Realmente estaría perdiendo el sentido del tacto? ¿O ella me había escondido alguna enfermedad y acabó falleciendo mientras yo dormía a pierna suelta? ¿Eran consecuencias de mi doble pateada? No, menos mal que parecía el primer caso...

Ella aún respiraba por cómo se movía su pecho y el tono de su tez aún no perdía los colores. En consecuencia, sujeté a la desmayada Kala y la llevé como una princesa hasta su lecho encantado al igual que haría el príncipe o leñador según el estudio del ruso Vladímir Yákovlevich.

Reencarnada en una Miserable Vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora