Marsala había sacado la pistola de su bolsillo y la tenía debajo de la mesa.
-Toma la maldita pistola antes de que alguien la vea -interrumpió-. Lo único que te pido es que la guardes contigo.
Kerry tomó la pistola. El metal oscuro estaba frío y pesaba mucho más de lo que hubiera imaginado. Con mucho cuidado la guardó en su bolsillo.
-Aquí hay otro cargador -Marsala le pasó las balas adicionales-. Ponlo en el bolsillo exterior, del mismo lado.
- ¿Por qué? -preguntó Kerry.
-Del mismo lado para que sea accesible. En el bolsillo exterior para que cuando saques la pistola no saques al mismo tiempo el cargador y se te caiga.
Tenía sentido: parecía que la conociera y supiera lo torpe que era.
-Si necesitas utilizar -Kerry sacudió la cabeza, pero él siguió hablando- tienes que tirar hacia atrás del seguro que está junto al gatillo. Deja de sacudir la cabeza y escucha. Saber no te hace daño.
Tenía razón. Kerry dejó de sacudir la cabeza.
-El seguro -repitió- está junto al gatillo. Lo empujas hacia atrás con el pulgar. Si disparas te dará un culatazo, rebotará. Así que tienes que estar preparada. El cartucho vacío caerá automáticamente y la siguiente bala estará lista para el siguiente disparo. No necesitas volver a quitar el seguro, pero sí soltar el gatillo y luego empujarlo de nuevo hacia atrás para el segundo disparo. ¿Entendiste?
- Más o menos -dijo Kerry sintiéndose miserable.
- ¿Entendiste? -insistió Marsala.
-Sí.
-El cargador tiene nueve balas. Ni siquiera tenemos que hablar de volver a cargar la pistola.
Menos mal, pensó Kerry, pero sabía que no debía decirlo.
Marsala volvió a poner la mano sobre la suya. A ella no le gustó, pero quitarla habría parecido poco amistoso.
-Sé que es difícil para ti -dijo él-. Pero si logra capturarme por sorpresa, sería muy tonto si no me registrara para ver si voy armado. Y si hay algo que este vampiro no es, es tonto.
-Comprendo -Kerry se las arregló para liberar su mano y se apartó el cabello de frente, luego puso ambas manos en el regazo.
-Simplemente debes estar preparada para dármela -dijo Marsala-. Y lo más probable es que yo diga "dámela" y no "dame la pistola", lo cual nos dará, o no, más o menos otro segundo de sorpresa. Hagas lo que hagas, no dejes que nos separe.
-Está bien.
Luego, antes de que Kerry estuviera preparada, Marsala se puso de pie.
-Más vale que nos pongamos manos la obra. Cuanto más cerca estemos de su tiempo límite más nervioso se pondrá, más ansioso estará, querrá acabar pronto eso y eso nos limita la oportunidad de ganarle la partida. Tranquila -la tomó por el codo para ayudarle a ponerse de pie-. Es mucho más sencillo de lo que parece. Es el bien contra el mal, por más atractivo que sea el disfraz del mal.
-Muy bien -dijo Kerry. Él tenía razón, sabía que tenía razón. ¿Tenía que darse esos aires de superioridad?
-No dejes que te confunda -la previno Marsala.
*
El restaurante de la universidad se localizaba en medio del campus. Estaba muy bien situado para los alumnos que vivían en los dormitorios y asistían a clases en los edificios de alrededor. Pero esto significaba que los estacionamientos no estaban tan próximos. Marsala podía haberse estacionado en cualquiera de ellos.
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Compañeros de la noche
Teen FictionA escondidas de su padre, Kerry sale a medianoche a recuperar el oso de peluche que su hermanito olvidó en una lavandería, sin imaginar la escalofriante sucesión de acontecimientos que la marcarán de por vida a lo largo de esa terrible noche.
Capítulo 17
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