El pesado silencio les envolvía, con Seojoon enfadado y una ceja elevada demostrando su malhumor, y Jimin temblando de nuevo cual chihuahua temiendo por lo que vendría al quedarse solos en su habitación. ¿Por qué tuvo que quitarse? Tonto, tonto Jimin. Repetía hirientes palabras en su contra una y otra vez, incluso las razones por las que merecía el castigo que recibiría luego.

Kihyun llegó pronto, sonriendo ajeno a la tensión entre la pareja, y tampoco pudo notarlo al sentarse ya que el pelinegro le sonrió de vuelta como si nada y comenzaron a hablar entre ellos con jovialidad. Tal cual un par de amigos que hacía mucho tiempo no se veían.

—Y, Seojoonie... —canturreó juguetón—. ¿Quién es este lindo caballero? —preguntó mirando esta vez a Jimin.

—Ah. Es Jimin. —respondió sin relevancia.

Kihyun alzó una ceja curioso y luego volvió a sonreír al más bajo.

—Es un placer, soy Im Kihyun. —se presentó sonriente, extendiendo su mano por encima de la mesa para que Jimin la estrechara.

—Agh, ¿es necesario esto? —habló Seojoon antes de que el pelirrosa pudiera responder—. Vine a que hablaramos tú y yo, no para presentarte a mi novio.

—¿¡Novio!? —Kihyun pareció conmocionado por un segundo, segundo en el que algo en su cabeza conectó y esta vez la mirada que le dedicó a Jimin pudo transmitir un poco de preocupación. Pronto se recompuso y volvió a sonreír—. Con más razón, debes presentarme a quien logró cautivar tu corazón después de haberte declarado en celibato.

Seojoon rió por lo bajo.

—¿Y bueno? —preguntó mirando al de cabellos rosa muy pálido. Kihyun incluso pensó que se veía opaco el color que debería ser tan vivo—. No escuché tu nombre.

Jimin lo pensó mucho antes de responder. ¿Siquiera debía presentarse? Seojoon había dicho que no tenía importancia y no quería hacerlo enojar más. Pero se armó de valor e hizo una corta reverencia en dirección al pelirrojo.

—Park Jimin. —dijo escuetamente.

—Park... ¿acaso eres familia de Seojoon? —preguntó sorprendido.

—Claro que no, idiota. —respondió su novio por él.

—Oh, menos mal. —rió—. Y dime, Park Jimin, ¿hace mucho sol dentro de mi establecimiento?

Ante la pregunta el mencionado no pudo evitar mirarlo confundido.

—Lo digo por tus gafas, desde que entraste las traes puestas. Estaría muy apenado si dentro de mi establecimiento te encuentras incómodo porque la molesta luz solar, de alguna manera, logra llegarte.

Jimin tragó grueso, negándose a mirar otra cosa que la mesa. ¿Por qué debía preguntarle aquello? ¿Por qué incluso le hablaba tanto? ¿Que no veía la mueca seria de su novio?

Al ver que Jimin no contestaría miró acusatorio a su amigo quien se encogió de hombros.

—Su vista es muy sensible.

Kihyun negó con su cabeza, sabiendo el verdadero trasfondo de aquellas oscuras gafas en el fino rostro del asustadizo chiquillo sentado frente a él. Seojoon lo está volviendo a hacer.

Pero decidió no decir nada. Continuaron hablando un buen rato, poniéndose al día en sus vidas y comiendo algunos dulces que el de cabello cereza mandó a traer. Eso, claro, lo hizo el par de amigos, Jimin no tomó ninguno gracias a que hacía unos días Seojoon se estaba quejando de que su peso estaba aumentando de nuevo y quiso empezar a cuidar su figura por lo que declinó el aperitivo. Y cuando por fin llegó la hora de irse, los tres hombres se levantaron de la mesa, Jimin se despidió con una simple reverencia en lo que esperaba a que el pelinegro se despidiera propiamente de su amigo, y se fueron por caminos separados: la pareja saliendo del establecimiento, con Seojoon caminando al frente y un cabizbajo Jimin detrás; y Kihyun volvió a su puesto en el mostrador principal, observando preocupado a los dos hombres que se acababan de marchar.

Corazones Mentirosos | kookmin 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora