Un par de golpes tímidos se escucharon en la puerta. Y mi hermano tomó asiento detrás de su escritorio, su pose era graciosa, intentaba verse dominante, pero parecía más un cachorro emocionado por comer un jugoso pedazo de carne.

- Adelante.

Una tierna cabecita se asomó. Al pasar el umbral de la puerta la luz de la lámpara resaltó cada una de las facciones de ese hermoso rostro. Me quedé totalmente embobado. Sus labios te invitaban a pasar horas besándolos y mordiéndolos, el pómulo de sus mejillas pintado de aquel color carmín provocaba un enorme deseo de tomarlo entre tus manos y llenarlo de besos; su nariz, sus dientes, sus orejitas pequeñas, su sonrisa encantadora, sus ojos hipnotizantes color chocolate, todo... Todo en aquel rostro era perfecto.

Cuando pude apartar mi mirada de su rostro para evaluar su cuerpo sentí la cabeza caliente de mi miembro saltar en respuesta a lo que veía. Esas piernas largas y torneadas eran mejor que las de cualquier mujer que hubiera visto, deseaba tomarlas con mis manos y hacerlo que se enredara en mi cadera con ellas; esa cintura de infarto, perfectamente podría rodearlo con mis brazos y cargarlo mientras lo penetraba en cualquier pared de este mugroso despacho, su pecho plano y lechoso estaba expuesto ante aquella simple camisa de encaje color azul, a pesar de la distancia podía distinguir sus rosados pezones; morderlos era lo mínimo que quería hacer con ellos, deseaba pasar hasta la punta de mi miembro sobre cada uno. Lo mejor de todo fue aquel culito respingón, se veía firme y apretable, porque aquel pantalón blanco me confirmaba que no traía ropa interior y a pesar de ello, ese par de melocotones no se movían más de lo necesario, aunque estaban pequeños eran perfectamente moldeables a mis manos se podía ver que cada uno me cabía perfectamente en la palma, eso era grandioso porque así podría tomarlos, apretarlos, amasarlos y abrirlos mientras le penetraba con fuerza, marcándolo completamente, desde adentro hacia fuera, como mío, para siempre.

- Entonces, ¿Cuál es el truco señor Choi?

Choi. ¡Vaya!, tenía una voz exquisita, gemiría perfectamente mi nombre completo.

- No hay ningún truco Taemin.

Taemin. Hasta el nombre era perfecto, debía tatuarme sobre mi pene ese hermoso nombre. Porque él sería mi futuro dueño, en cuerpo, mente y alma.

- ¿Acaso es dueño de un prostíbulo?

- ¿Qué? ¡No Taemin! Claro que no.

- Es demasiado bueno para ser verdad.

- Lo sé, pero confía en mí. Es más, para que veas que todo está en regla puedes contratar a un abogado para que revise el contrato que harás conmigo.

- No creo que todo sea legal señor Choi, menos si no es a "voluntad" de los clientes.

Además de hermoso es inteligente. ¿Acaso existe un humano así? Creo que este bebé es un dios, es mi dios.

- Lo sé Taemin, pero no por ello quiere decir que a mis empleados les jugaré una mala pasada, no me puedo arriesgar a que ellos cuenten mi pequeño secreto, así que debo tratarles bien. Tendrás todas las prestaciones de ley y te ayudaremos con la declaración de impuestos, ya que quizás manejarás grandes sumas de dinero.

- Entonces... ¿es real?

- Lo es, mis clientes reales son billonarios, los procesos son legales, mi empresa es legal. Lo único tramposito son los donares, pero tampoco elegiremos a cualquier persona. Además, ¿no dicen que en Asia todos parecemos hermanos?

Vaya, su risa es tan única como él. Y aunque sentía celos de que el tonto de mi hermano fuera quién lo tenía tan cerca y había provocado esa risa en él, no quería que dejara de hacerlo, su risa me daba mil años de vida.

¿TE LO EXPLICO CON ORGASMOS?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora