𝐓𝐑𝐄𝐈𝐍𝐓𝐀 𝐘 𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎

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Pero, al contrario de calmarse, Soonyoung intensificaba su llanto concorde los segundos avanzaban, aferrándose más y más al cálido cuerpo de su alfa. Estaba sobre su regazo, con sus piernas enroscadas en la cintura de Míghào, apretujándolo cual asustado koala. Lloraba contra su pecho, olfateando con necesidad entre medio de sus sollozos. Era menester inundar su nariz del aroma de su alfa. Sólo eso necesitaba para saber que estaba todo bien.

—Me q-quiero ir d-de aquí, M-Míng, s-salgamos de aquí —articuló Soonyoung como pudo, sorbiendo sus incesantes mocos.

—¿Cómo, bebé? ¿Adónde? —preguntó el alfa, confundido, sin detener las caricias en la espalda de su omega.

—N-No lo s-sé… Ya n-no me s-siento seguro aquí —anunció, hipando.

¿Cómo podría seguir rondando por el sitio en el que en sus pensadillas se había desarrollado la escena más traumarte de su vida? Ni con las pesadillas de su violación había sentido tanto miedo y sufrimiento.
Le dolía el alma al recordar su más reciente sueño.
Había sido tan jodidamente realista que sus ojos no paraban de soltar lágrimas por el semejante susto que se pegó.

—Bebé, sólo han pasado días de que estamos aquí. Créeme, estamos seguros.    

—Ahora, p-pero luego n-no lo estaremos. Ellos vendrán, nos encontrarán… —Soonyoung levantó la vista y, con sus acuosos ojos  en la parcial oscuridad, miró a Mínghào—. Tú mismo lo dijiste, e-estaremos seguros los p-primeros meses, p-pero… ¿qué pasara después?

Mínghào lo observó con aflicción. Llevó sus manos a las sonrosadas mejillas de este y las acarició, percibiendo lo húmedas que se encontraban. 

—Ya lo he dicho, si nos descubren, nos marcharemos de inmediato.

—P-Pero… ¿y si no alcanzamos a marcharnos? —expuso su pregunta con sus labios temblorosos, formando un pequeño pucherito. Un pucherito que Mínghào no resistió en besar.

Comenzó siendo un mero roce entre sus labios, pero que no tardó en transformarse en un calmado y dulce beso, del cual ninguno de los dos quería escapar.

Soonyoung cerró sus ojos, entregándose por completo a la enorme paz que le trajo el besar a su alfa. Posó una de sus manos en la apenas rasposa mejilla de Mínghào, mientras sentía como las manos ajenas bajaban por su cuerpo hasta quedarse en su cintura. Soonyoung experimentó una leve corriente atravesarle la columna vertebral, una que apareció cuando sus lenguas colisionaron, encontrándose luego de tanto. 

Oh, Soonyoung necesitaba tanto de aquello. No podía creer que habían estado tantos días sin besarse, sin saborear los labios del otro, sin juguetear con la lengua del otro. Era increíble como un beso de su alfa lo cambiaba todo.

Y continuaron besándose con afán, deleitándose con fervor por aquel húmedo contacto entre sus bocas. Ambos se negaban a separarse, sin embargo tuvieron que hacerlo al quedarse sin aliento, rompiendo el beso tras un chasquido.

—No quiero que te preocupes, mi vida, alcanzaremos a marcharnos lejos de aquí si descubren mi ubicación —tranquilizó Mínghào, luego de recomponer su irregular respiración.

—¿Cómo lo sabes? Es que el sueño que tuve ha sido muy realista, ¿y si es algo así como una señal o una premonición?  

—A ver, cuéntame.

Y Soonyoung le contó la pesadilla tal y como la recordaba, sin omitir ningún detalle, poniéndose a llorar devuelta cuando llegó a la parte en la que encontró a Mínghào muerto en el baño de esa misma habitación. Y ni hablar de cuando su cachorrito recibió aquel disparo.

支配: 𝘀𝘂𝗯𝗹𝗶𝗺𝗲 𝗱𝗼𝗺𝗶𝗻𝗮𝗰𝗶ó𝗻 |𝙝𝙖𝙤𝙨𝙤𝙤𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora