—¿Vas a permitir que se vaya con ella? —preguntó Emma, mostrando su disgusto con el sonido de su voz—. ¿Te recuerdo que ella fue novia de Jack?
—Lo sé muy bien, Emma —reconoció Shank—. Pero, yo confío en Jack. Sé que él nunca haría algo que me lastimara.
Vi como Emma ponía sus ojos en blanco, saliendo primero ella de la casa. Levantándose después Shank, quien se acercó para dejar un beso sobre mi mejilla, tomándome de la mano, notando que la apretaba con algo de fuerza, como si temiera que me fuera a ir.
—Asegurare que llegue bien —dijo Shank—. Cuídala y cuídate, llámame cuando vayas de regreso a la casa.
Asentí con mi cabeza como respuesta, siendo esa la señal que necesitaba para soltar mi mano, saliendo de la casa al ir detrás de Emma; acercándose ahora Astrid, la cual solo dejó su mano en mi hombro unos segundos antes de salir también de la casa. Viendo cómo se acercaba ahora Jaime.
—Me alegro que vayas a llevarla también tú, no confío en ese chico —admitió Jaime en un susurro—. Así que, dame las llaves de tu camioneta, por favor.
Puse mis ojos en blanco cuando saqué de mi pantalón esas llaves, viendo como Jaime sonreía y se miraba impaciente al querer conducir por primera vez mi camioneta, dando pequeños brincos que demostraban su ánimo por querer conducir.
—Ten cuidado con mi bebé —advertí, entregándole las llaves—. Si le veo un solo rasguño o algo, te juro que me las pagarás.
—Sí, sí, sí, como sea.
Puse mis ojos en blanco cuando lo vi despedirse de todos e ir hasta la salida casi corriendo, siendo esta la primera vez que le permitía a alguien conducir mi camioneta. Diciéndome que debía hacerlo ya que no podía dejarlos volver a casa a pie, sintiéndome aliviado por al menos poder estar con Elsa un tiempo más, valiendo la pena el entregarle mi camioneta a mi hermano.
—¿Quieren que llame un taxi? —preguntó Eugene.
—No es necesario —respondió el imbécil—. La llevaré en brazos.
Tensé mi mandíbula al verlo cargarla, llevando una de sus manos detrás de sus rodillas y la otra a su espalda, cargándola con facilidad. Caminé detrás de él cuando lo vi dirigirse hacia la salida, sintiéndome cada vez más enojado por ser él quien la estuviera llevando.
Me apresuré a despedirme de mis amigos y darle las gracias a la pareja por esta fiesta a mi nombre, dejando un beso en la mejilla de mi castaña amiga. Saliendo detrás de Elsa y Tadashi, notando cómo la miraba sin ningún tipo de disimulo, bajando un escalón del pórtico, bajando yo con más rapidez al pasar a un lado de ellos, queriendo no verlo cargarla y verla de esa manera.
Nos detuvimos cuando Elsa abrió con pesadez sus ojos, mirándolo primero a él y después a mí. Dejó de verme para ahora tener su mirada fija en el imbécil.
—Tengo frío —confesó con un hilo de voz.
—Olvidé su chaqueta y su bolso —reconoció, bajándola con lentitud—. Espérame aquí, ¿de acuerdo? No vayas a caerte.
Miré cómo la ayudó a dejar su espalda recargada en la pared, mientras Elsa lo miraba con sus ojos entreabiertos, asintiendo con su cabeza al haber recibido esa orden. Viéndolo a él regresar dentro de la casa cuando después de haber llamado a la puerta un par de veces, abrieron la puerta, siendo ahora Rapunzel, dejándolo entrar por las cosas de Elsa.
Me crucé de brazos a la espera de que él volviera, viendo de reojo como Elsa comenzaba a cabecear al estar cansada. Le di la espalda, mirando la hermosa noche que había, notando ese cielo oscuro estar con varias estrellas, sintiéndose el ambiente tranquilo al escuchar el cantar de los grillos y el sonido del aire al pasar con fuerza a un lado de mí.
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Querido Jack:
FanfictionTal vez, y solo tal vez... Regresó a mi vida para terminar de destruirme.
Te amo, Morita
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