Capítulo 36

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BAJO LA LLUVIA

FRANCISCO

Al llegar a la mansión, Fredom se dirige hacia Cladis y Verónica, mientras subo al segundo para ir a la habitación. Cada paso que doy resuena en la mansión, como si la propia casa me observara. Es extraño, hace poco no sentía ninguna presencia, pero ahora siento miradas invisibles por todas partes. Tal vez estaba distraído por aquel incidente que solo yo recuerdo...

No puedo evitar pensar en ella, en la posibilidad de que sepa lo que pasó y simplemente no quiera hablarlo.

Al frente de la puerta pienso que debo darle una explicación a Nozomi, haber escuchado sobre un cadaver le ha de estar torturando los pensamientos.

Abro la puerta y entro a la habitación, mis ojos miran primero el collar que trae puesto.

—No era necesario que lo tuvieras puesto aquí— le digo tratando de acercarme, pero me aterraba que iba a pensar.

—Creí que debía usarlo en todas partes— dice.

—En la habitación puedes quitártela, te lo había puesto porque pensé que saldríamos, perdón— me siento a un costado de la cama.

Ella me observa, como si buscara algo en mi.

Suspiro —Supongo que querras saber qué es lo que habíamos hablado hace unas horas con Fredom y el otro vampiro—.

—Creo que me gustaría saber— me dice, con esa tierna mirada.

Asiento, —te contaré—.

Lo primero fue contarle que cuando fui en busca de Dereck, una chica nos había alimentado por lo cansado que estábamos, dentro del cuerpo estaba William y por cosa del destino apareció Dereck con el .

—Nos encargó cuidarlo por un tiempo, pero jamás nos dijo que vendría por ello—.

Se queda en silencio.

—No sé para que necesitan el cuerpo, pero ya no volverá— le digo.

—William será parte de algo muy grande— me dice Nozomi, ida en sus pensamientos.

—Será parte de la libertad humana— respondo.

Parece comprender y pregunta, —¿pero aún nos siguen vigilando? —.

—Lastimosamente si— miro hacia los lados, temiendo que nos sigan mirando aquí.

—¿Por qué? ¿Acaso saben que ustedes están con?... — pregunta atemorizada.

—Esperemos que no—, trato de tranquilizarla.

La lluvia empieza a caer, lo que hace que el aroma de los que nos vigilan desaparezca.

De repente recuerdo cuando aún era pequeño y mi nana me cuidaba junto a Fredom.

Recordar que cuando llovía ella siempre preparaba chocolate caliente, nos arropaba como si fuésemos niños normales, era gracioso porque Fredom y yo temíamos a las gotas de lluvia, creyendo que un día de estos nos haría polvo.

Ella contaba historias de cuando salía con sus hermanos a jugar bajo la lluvia, haciendo charcos y demás.

Todo eso era maravilloso, era lo más cercano a un amor de madre.

Sonrío ante esos recuerdos que extraño tanto.

Nozomi se me queda viendo curiosa y concentrada en cada una de mis facciones.

—Está lloviendo— señalo a la ventana.

Ella mira hacia las cortinas, como si así pudiera escuchar más.

Dama de un vampiro ✓Where stories live. Discover now