23.-Ilya: De vuelta a casa, y no es navidad

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—¿Podéis dejar de mataros? Mierda es que no hay punto medio con vosotros dos. Comportaros, no quiero que nos echen.

—Si, mamá.—Dice Anya corriendo y Camile le saca la lengua. El avión está bastante lleno, aunque no al tope. Si cuando cierren las puertas sigue así, sobornaré a alguna azafata para que nos dejen movernos a unos asientos en la parte de atrás, para poder meterle mano a Anya en pleno vuelo. La haré tocar el cielo mientras lo mira por la ventanilla.

Anya se apoya en mi hombro y guarda silencio, paseando los dedos suavemente sobre las venas de mis antebrazos.

—¿No te dan asco?—Pregunto bajito cerca de su oido. Niega con la cabeza y continua acariciándolas siguiendo su curso hacia el interior de mi codo, cosquilleadme por completo cada milímetro de piel.

—Me gustan. Son sexys.—No logro entender como ni porque, pero no me quejo. El avión empieza a moverse, cogiendo velocidad en la carretera, con las ruedas chocando contra el asfalto. Miro a Anya, en especial como se agarra a mi mano con fuerza, acariciándome con los pulgares, manteniendo el contacto en todo momento. Me apoyo en su cabeza con cuidado y cierro los ojos. Sigue sin gustarme volar. No le encuentro el atractivo, pero desde luego podría afrontar cualquier cosa si la tengo al lado. —Cuéntame que has hecho estos meses.—Murmura cuando ya hemos alcanzado la altura necesaria. Bostezo para destaponar los oídos y lo pienso durante unos segundos. ¿Debería decirle la verdad?

—Te he echado mucho de menos. Empecé a entrenar a Kolia y básicamente evitaba a Olenka y Dasha.

—¿Por qué?

—Porque me recordaban que soy gilipollas por no quedarme por ti.

—Te eché.

—Ya, pero si hubiera luchado por ti un poco más, nunca hubieras conocido a Billy y nunca te hubieras drogado, lo cual, déjame añadir, fue una gilipollez.

—Lo sé. Lo siento.

—No quiero que te disculpes, Anya, quiero que no lo hagas más. Me diste un susto de muerte.—La sensación del mensaje de voz de Camile diciendo que Anya se había suicidado se apodera de mi de nuevo durante un segundo. Sentí que mi mundo se iba a la mierda con una sola frase.

—Me ayudaba a recordarte con más detalle. Yo también te echaba de menos.—Murmura escondiendo la cara en mi hombro.

—Ya estamos juntos, da igual. Pero te advierto que si intentas dejarme de nuevo pasaré a mi plan inicial.

—¿Cuál era?

—Secuestrarte y encerrarte en algún sitio hasta que entres en razón.

—Efectivo.—Asiente y me mira con un gesto aprobatorio en la cara. Me río un poco y beso su frente.

—Camile no me dejó hacerlo cuando me dejaste en la base, pero no habrá segunda oportunidad Anya. Lo único que te puede separar de mí es... Nada. Nada te puede separar de mí.

—Vale. Recibido. Bien. De acuerdo. Lo siento. Te quiero. ¿Mejor?

—Lo estaré cuando muevas tu bonito culo hasta el baño para que te lo azote.—Susurro enterrando mi boca entre su pelo. Me da un pequeño manotazo en el antebrazo y se ríe negando con la cabeza.

—No vamos a follar en el baño de un avión.

—Corrección: Te voy a follar en el baño de un avión y en los asientos.—Sus ojos se agrandan y automáticamente mira a su alrededor.

—¿Es que te he pegado la locura? Hay gente, Ilya.—Me habla con una sonrisa en la cara, aunque sé que lo dice en serio.

—Déjame eso a mí. Son solo detalles.

Sangre: Lazos Rotos. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora