-¿En serio les agradeces?- soltó Emilia, con gran desprecio.

-Ya sabíamos que Bella no era humana; si, solo sabíamos lo de sirena pero, ¿qué más da? Es una buena chica y tu sabes mejor que nadie lo cruel que pueden ser las personas, sin importar su especie- ella me defendió.

-¡Por eso mismo! ¿Cómo puedes perdonar a quien te hizo esto?- Emilia está a lágrima viva, realmente no se qué hacer-. ¡Son bestias que atacan en cuanto ven sangre! ¿Cómo puedes estar a favor de ello?

-Bella nunca nos atacó ni nada, y mira que nos ha visto casi que bañados de sangre- habló Thomas, de manera racional-. Pido disculpas por ese evento.

-El cachorro ya está bien; aunque no creo que vaya a volver a escaparse nunca más- mi madre sonrió con una de esas sonrisas maternas que endulzan hasta la sal misma-. Aún así, estuvo mal lo que hicieron.

Mi colita empezó a dar pequeños golpes contra el sillón, delatando mi emoción. Ahí me percaté de que no estaba oculta.

-Lo siento- la detuve pero Víctor colocó la mano encima, evitando que la esconda.

-Está bien, no te atacarán- me abrazó, evitando que me esconda.

-¡Son demonios!- gritó Emilia, sin salir de su locura.

De golpe, el aroma a sangre invadió el lugar. Manuela soltó un chillido y mi padre se levantó de su lugar. Miré; Emilia cortó su propia muñeca, empezando a sangrar sobre la alfombra.

Mi padre se retiró y regresó con el botiquín en un parpadeo. Yo tan solo me escondí en Víctor.

-Tranquila, no te haré daño- escuché como mi padre empezó a curarla-. No deberías de dañarte así, no sabría qué hacer si lastimas algo importante; sería una pena que pierdas el movimiento total de la mano.

-Lámelo- le ordenó ella y miré, mi padre conserva cierta distancia, pero aún así le atiende.

Él sonrió orgulloso; no se en qué momento se colocó la protección, pero ahí está.

-Llevo años de vida entre humanos- presumió orgulloso, terminando de desinfectar para empezar a vendarle-. Mira mis colmillos, ¿ves eso? Son protectores para que personas como tu, se sientan más seguras- sonrió-. Y por favor, no provoques a mi hijita; ella no tiene la culpa.

Sonreí algo tímida.

-Ya está- se levantó y guardó las cosas.

Mi madre le pasó una botella de agua y ella se la tomó.

-Y por favor, tengan más cuidado con sus juguetes. El veneno mismo que usan casi mata a su amiga; y miren que estaba bien alimentada- mi madre me miró-. Si no fuera porque lleva una buena dieta, la hubieran matado de manera lenta y dolorosa. Entiendo que sea el objetivo de esas armas pero no todos son malos.

-De la misma manera que hay vampiros malos, hay humanos malos. Y con la misma lógica, hay castigo para los malos- indicó mi padre-. Por lo tanto, dejen todo este misterio; solo hacen daño, un daño peor del que les hicieron a ustedes.

Sentí mi energía decaer de nuevo y me aferré débilmente a Víctor. Mi madre se retiró y volvió con un vaso y una copa; le dio la copa a mi padre y el vaso a mi. Lo bebí completo y con rapidez, limpiándome antes de que me vean.

-Con esto de la luna amarilla el hambre aumenta, es algo normal- indicó mi padre-. Lamento que nos tengan que ver así.

-Si no fuera porque esta emputecida, de seguro ella estaría diciendo que eres muy sexy- dijo Juan, señalando a Emilia, quien pareció un camaleón cambiando a un rojo firme.

-Lo se, mi marido si que está bonito- mi madre sonrió orgullosa, moviendo su cola alegremente.

Sonreí ante la tranquilidad que hay, bueno, Emilia no está calmada pero el resto si.

-Cuando todo esto se calme, pueden venir al pueblo con la manada, si quieren- mencionó mi madre-. Pero deben ser educados; muchos aún tienen miedo de ser descubiertos.

-Aunque claro, está en plan el incluirnos a una sociedad humana- aclaré, recordando uno de los últimos planes que aún están en proyecto.

-Esperen un momento- Juan me miró sorprendido-. Cuando dijiste que estabas cuidando a unos bebés, ¿eran lobos bebés?- asentí-. ¿Un lobo bebé te mordió una teta?

Mi padre soltó una carcajada.

-Vaya vocabulario vulgar- sonrió de manera macabra y me miró serio-. ¿Quién te mordió?

-Estaba en forma humana- avisé-. Y estoy bien, es un bebé, ni siquiera tiene dientes.

-Os confirmo que si duele- mi madre me miró y guiñó un ojo-. Vaya marcas me has dejado cuando te amamantaba.

-Con que eras una cachorra traviesa, ¿eh?- Manuela me miró divertida y el calor subió a mis mejillas.

-¡Solo era una bebé! Mitad vampiro, que no se olvide- me defendí.

-Ahora que lo dices, ¿no eres algo así como ilegal?- preguntó Juan-. Digo, por la supuesta rivalidad entre vampiros y licántropos.

-¿Supuesta? Es más serio de lo que se imaginan- mi madre les miró, con gran seriedad, algo molesta-. Imaginen a toda una sociedad de brutos con el pensamiento de Emilia hace un rato; las peleas han sido brutales.

-Es realmente cansador- suspiré-. Y es una pena.

-Me lo imaginé- miró apenado Thomas.

-Pero bueno- mi madre suspiró-. ¿Quién tiene hambre?

Levanté la mano, Víctor también lo hizo y al instante el resto, menos Emilia, que parece en shock hace rato.

-Iré a prepara algo rico. ¿Quieren quedarse a desayunar?- propuso y asintieron.

-Tengo que ir a terminar de organizar algunos asuntos del reino, pero regresaré en unas horas- mi padre se levantó de su asiento.

-Papi- le detuve y me miró-. Matamos a un par en el camino.

-¿Alguno importante?- negué con la cabeza-. Está bien.

-Solo hay que aumentar las campañas de concientización- avisé y asintió.

Lo despedimos y se fue; mi madre pasó a la cocina y nos quedamos hablando en la sala.

-¿Quieren pasar a mi habitación? No es muy grande ni genial pero es mi habitación- propuse y asintieron.

Subimos a mi habitación y dejé que investigaran un poco.

-¿Por qué tienes un mini laboratorio?- preguntó Manuela, viendo mi escritorio.

-¿Cómo crees que mi padre puede salir en el amanecer sin problemas?- pregunté divertida-. Hago medicinas para mejorar nuestras vidas; ya no tengo que descontrolarme con la luna llena, además de diferentes otras cosas. 


(Continuará...)

La HíbridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora