Capitulo 40

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DESEOS.

FREDOM

Fran, con el rostro surcado por la furia, caminaba de un lado a otro de la biblioteca. —¡Puedo hacer lo que se me da la gana en mi casa!— grita.

Verónica lo observaba desde un rincón, sus ojos grandes llenos de una mezcla de miedo y confusión. La llegada de Airen había arrebatado la poca paz que había en este lugar, imponiendo un nuevo orden que Francisco no estaba dispuesto a aceptar.

—¡Viene aquí imponiendo nuevas reglas! ¿Quién se cree? ¿Mi reina? Que coma mierda— expresa, mirando hacia la ventana.

—Tranquilízate— le pido —no puedes alterarte, puede oírte, más que se ve que quiere algo contigo— digo en casi un susurro, temiendo que nos pueda escuchar.

Se acaricia la cien y respira pesadamente. —Iré con Dereck— dice Verónica y ambos volteamos a verla.

—Está claro que ella vino buscando traidores— posiciona su mano en el pecho —y si descubre que ustedes me convirtieron— Fran ni siquiera le deja terminar.

—No— le dice, —no iras con Dereck, ni siquiera sabemos dónde está—.

Gracias a la decisión de Fran, puedo decir —No te convertí en un vampiro para que huyeras, te convertimos porque haces un gran complemento en nuestras vidas—.

Después de la falta de nuestra madre, que nos dio todo el amor que a cualquiera le podría faltar, Verónica llenó ese vacío, no como madre, si no como una hermana.

—Chicos— dice emotiva y nos abraza con fuerza.

Le acaricio el cabello, Fran solo mantiene su mano encima del hombro, ajeno a este tipo de tactos.

—Nunca olvides que eres parte de esta familia— susurra él, asegurándose de que no piense lo contrario.

Después de eso, Verónica se va a mi habitación, ahí estaría segura mientras Fran utilizará sus poderes para que Airen no la perciba.

Caminaba junto a Cladis por los pasillos de la mansión. Hacíamos esto con frecuencia cuando nos sentimos inquietos y no podíamos salir.

Al sentir que estabamos completamente solos, tomo la mano de Cladis. Ella no se sorprende ante esto y me acerco a ella, mirandola a los ojos.

—Ya no podemos seguir haciendo esto en cada pasillo.

Sin previo aviso, sus labios se juntaron con los mios en un beso profundo. Siento un calor que recorre mi cuerpo, una sensación que solo Cladis puede despertar en mi.

Cladis se aparta rápidamente. —Tienes razón. No podemos hacer esto, no cuando Airen está aquí.

Un poco frustrado me aparto de ella. —Lo dices ahora que ya me has alterado—

Cladis sonrie. —Lo sé— responde. —Pero tienes razón. No podemos arriesgarnos.

En ese momento, siento una presencia extraña en nuestro alrededor. Miro a los lados del pasillo, pero no veo a nadie. Solo una sensación de frío me recorre la espina dorsal.

Tal vez solo sea mi imaginación. Pienso.

Con un suspiro, continuamos nuestro camino por los pasillos. La mansión es un lugar apacible, pero también es un lugar donde debíamos tener cuidado.

VERONICA

El aburrimiento me consume mientras permanezco encerrada en la habitación de Fredom, esperando con ansias la llegada de la cena. La inactividad me agobia, anhelo la libertad, cuando esta misma habitación era mi refugio, mi espacio personal.

Dama de un vampiro ✓Where stories live. Discover now