Fue como si sintiera como mis ojos trataban de quemar esa viviente imagen ante ellos; se giró a mirar hacia atrás y fue cuando confirmé todas mis sospechas… Era Mónica.

- Quisiera poder explicarte, pero no puedo. – estaba tan perdido en mis pensamientos que no me di cuenta de cuando y como pero Mónica estaba parada justo enfrente de mí.

- ¿Por qué no puedes? – mi voz salió un poco más brusca de lo esperado, pero ya no podía ocultar la ira que sentía. << Quizás quieres decir el dolor, no la ira. >> Esa voz nuevamente.

- Por miedo… - murmuró tan bajo que se me fue un poco difícil escucharla, pero lo logré.

- ¿Miedo? ¿Esa es tu excusa? – le dije con aspereza. Y fue entonces que me di cuenta que había estado llorando todo este tiempo, un montón de lágrimas bajaban por su rostro, sus ojos reflejaban el dolor que mis palabras le producían. Aunque sintiera la urgencia de abrazarla y decirle que lo sentía, que no era mi intención hacerla sentir mal y que por favor me perdonase, no podía… No podía por el dolor que me hacía sentir con solo la idea de verla con otro. - ¿A qué le tienes miedo, Mónica?

- A que cambies conmigo. A que quizás cuando sepas todo sobre mi te alejes y no quiero que te alejes. – dos lágrimas bajaron por su rostro. – Es complicado, dudo que lo entiendas…

- ¡Pues hazme entender! – me exasperé. - ¡Dios! ¡Lo que más quiero es entenderte Mónica!  

- No es el momento, Zayn. – su mirada daba al suelo.

Ya no podía soportarlo. No podía verla llorar y quedarme aquí parado sin poder hacer nada. No podía estar a su lado sin saber nada. << ¿En qué diablos me estoy metiendo contigo, mujer?  >> pensé.  Ya no podía…

- De acuerdo. – me acerqué lo suficiente y le deje un cálido beso en la frente, antes de apoyar la mía en la suya. – Cuando creas que sea el momento para hablar, estaré esperando por ti.

Sin mirar atrás, caminé hasta la otra cuadra donde se encontraba mi auto, antes de abrir la puerta recosté mis codos de la cubierta de este, con mi cara entre las manos dejé salir un largo soplido que no me había dado cuenta que lo tenía  dentro, al parecer, por mucho tiempo ya.

Sentía un sabor amargo, un peso en el pecho irreconocible. Por un momento sentí un apretujón extraño parecido a la agonía, pero lo que siento por ella no es tan intenso como para causarme tal desconsuelo… ¿O sí?

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

- ¡Hey, Zayn! Voy de salida a la villa de los Alisher, ¿te animas a venir? – apenas entraba por la puerta de la casa y Harry iba de salida. Decidí no hacerle caso y seguir mi objetivo… Mi habitación.

- ¿Zayn? – dijo mi nombre un poco más fuerte esta vez, para así llamar mi atención << Solo ignóralo… >> No le hice caso a la voz y volteé.

- ¿Si? – respondí.

- ¿Estás bien? – entrecerró sus cejas.

- Si, solo un poco cansado. – le dije mientras me quitaba la gorra.

- Oh. – asintió. – Bien, entonces, ¿Qué dices? ¿Vienes o no? Mira que de seguro Mónica estará allá.

Y su nombre tenía que ser mencionado, clavando así un poco más el dolor en mi pecho. Tragué en seco y miré hacia otro lado.

- Mejor ve solo, Styles. – subí las escaleras y me encaminaba hasta mi habitación.

<< Solo unos pasos más, y podré estar tranquilo. >> pensé.

Los Ángeles en LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora