1.- "Confesión"

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Mao Chang sentía su mundo entero dar vueltas como un carrusel, uno de esos donde te subes y la velocidad va incrementando a medida que el tiempo va pasando, sin embargo, es posible escapar de eso, pero no cuando estas atado a la silla de tu escritorio con ambas muñecas y tobillos tras el respaldo sujetadas por un cable fino del plástico, que al más mínimo roce produce una herida por la fricción. La sangre goteante de su nariz estaba comenzando a crear un charco entre sus piernas.

- ¿Qué es esto? – un chico alto, vestido completamente de negro se sentaba sobre el escritorio de Mao- muy ostentoso para ser una simple vasija de peces, además está mal pintado.

- ¡No! ¡No! ¡Vasija valioso! ¡Tú no entender! -Se removió frenético contra el asiento sin importar que los cables comenzaran a crear llagas en su piel- ¡Tu vida es nada, vasija más valiosa!

-No me jodas viejo, si parece que lo hubiera pintado los niños de primaria.

El chico volteo justo cuando su compañera entraba a la habitación cerrando cuidadosamente la puerta tras sí para no levantar sospechas en la planta baja del edificio. Algo que adoraba de la habitación principal de los dueños de las grandes empresas era que poseían aisladores de ruido ya que las conversaciones debían mantenerse en secreto.

Un cuchillo de doble filo sin duda.

- ¿Así es como torturas al pobre Mao? ¿amenazándolo con la reliquia de la dinastía Qing? -sonrió ampliamente-

Nadie podía negar que las curvas de su compañera le volvían loco a cualquiera que la contemplase principalmente en su traje negro ceñido sobre su cuerpo bajo un juego de arnés donde transportaba sus armas. Sin duda le gustaba observarla bajo el simple de hecho de ser mejores amigos

- ¿Y que si lo hago? -se encogió de hombros sonriéndole de vuelta -

-Esa vasija pertenecía al emperador Qianlong vale más que nuestras vidas juntas.

Jean alzo las cejas observándolo detenidamente. Una risa áspera salía de la garganta del hombre mientras levantaba la cabeza para dedicarle una mirada al chico.

- ¡Niño estúpido!

- ¿Ah? ¡No me hagas enojar pelón! – le apunto con el jarrón mientras se incorporaba lejos del escritorio-

- Basta – espeto la chica al momento que lo arrebataba de sus manos para dejarlo donde correspondía- lo haremos breve, tenemos trabajo que hacer en Shanghái.

- ¿Te encargaste de las cámaras?

-Todas las cintas borradas a partir de nuestra llegada hasta dentro de 20 minutos.

Se posiciono frente a Mao recargando parte de su trasero sobre el borde liso del escritorio. Los pantalones de cuero negro le daban una facilidad tremenda para realizar movimientos de todo tipo, al contrario de lo que piensa su mejor amiga Sasha.

-Sabes porque estamos aquí ¿verdad Mao? – se quitó el pasamontaña dejando que su cabello azabache cayera libremente sobre sus hombros, uno de ellos se revolvió contra su nariz-

El hombre la miro con desprecio desde la punta de sus largas botas negras hasta el cabello más fino que colgaba sobre su cabellera azabache.

-Ya dije todo al niño feo.

- ¡Te juro viejo una más...! -Mikasa volteo dándole una mirada inquisitiva- solo me mostro las transacciones en las arcas del extranjero que tiene Kyomi, los últimos montos no han sido depositados aún.

Le entrego su Ipad para que confirmará por ella misma los montos.

-Eso no es bueno Mao, que dirá nuestra jefa si le decimos que no has depositado lo que le corresponde -dijo revisando las transacciones- creo que será mejor que le lleve uno de tus dedos en compensación – Mao abrió los ojos asustado- hoy estoy de buen humor así que elige.

HIJOS DE LA MAFIA |PAUSADA|Where stories live. Discover now