Extra 2. Sigo recordando a que sabe tu boca

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- ¡No estoy así, joder! -le gritó él bastante molesto con las insinuaciones de su mujer.

- ¡Si que lo estás! Que no quieras asumir que tenemos un problema no quiere decir que no esté...joder, Mario, es que ni hacerme el amor me lo haces como antes. Es como si lo hicieras por obligación.

- No vayas por ahí, María, porque no es verdad.

- No será tú verdad -María le señaló con el dedo. Estaba rabiosa, y muy enfada, y encima Mario la miraba como si estuviera medio loca- porque no puedes negarme que desde que estoy embarazada apenas me tocas. Porque claro, lo de hace un rato...si a ti te ha gustado, enhorabuena, porque ha sido un polvo de mierda. Supongo que los buenos se lo echas a la tal Cassandra ¿no?

- ¿Pero tú te estás oyendo, María? -Mario miró a su mujer sin poder creerse sus palabras. Estaba empezando a cabrearse, a cabrearse de verdad- me estás acusando de tener una amante, de no follarte como a ti te gusta y casi insinúas que no quiero este bebé.

- Yo no he dicho nada del bebé -Maria se acarició su vientre mirando con dureza a Mario.

- ¡Pues lo parece! No sé que mierda te pasa, pero no vayas por ahí porque te estás equivocando de todas las formas habidas y por haber -Mario se acercó a María bastante enfadado. Quería a su mujer con toda su alma pero había cosas que no estaba dispuesto a soportarle.

- Si claro, lo que tú digas, Mario. Se me olvida que aquí el listo eres tú y yo sólo soy la tontica -se burló ella haciéndole grandes aspavientos con sus manos.

- Algo de tonta si que tienes, María, pero claro, eso va con la edad -María torció el gesto al mirar a Mario y sintió como la sangre se le revolvía en todo el cuerpo. El cabreo había pasado a convertirse en rabia y furia.

Se fue a por él y se puso a su altura apretando sus puños. Su marido siguió pensando que cuando se cabreaba estaba absolutamente arrebatadora, y si, le daban ganas de tumbarla en la cama y hundirse en ella hasta que se le pasara el cabreo.

- Vete a la puta mierda, Mario. Te creerás que por ser mayor que yo eres más listo.

- Es que lo soy -la mirada de prepotencia de Mario provocó en Maria que su enfado se incrementara- niñata, que eres una niñata.

María soltó un jadeo y apretó los labios cerrándolos con fuerza. Levantó su mano dispuesta a descargarla contra la mejilla de su marido, pero él fue más rápido y se la cogió antes de que lo hiciera. Ella se revolvió y entonces él la agarró de la cintura y la atrajo hacia su cuerpo. A través de la toalla su mujer pudo notar la dureza de su miembro y como él la provocaba restregando su cuerpo con el de ella.

- Suéltame, Mario -le pidió ella no con mucho convencimiento.

- Ni lo sueñes. ¿Tú que quieres que te folle bien? Pues te vas a enterar, bonita.

- Mario...

La boca de Mario descendió hasta la de ella sin darle tiempo a reaccionar. Presionó sus labios con dureza contra los de su mujer, tomando todo lo que quiso de ella, y aunque al principio María puso resistencia al final se abandonó a los besos de su marido. La toalla de Mario se deslizo al suelo y ella le agarro el pene acariciándolo de arriba a abajo, caricias que estaban volviéndolo totalmente loco.

Mario la agarró del pelo y la atrajo aún más a él. Su boca tomaba todo lo que quería de ella, besando, chupando y mordiendo a su antojo. La fue guiando hasta la cama hasta que tumbó a su mujer en ella. Le quitó la parte de abajo de su ropa de un tirón.

-¡Mario!

La lujuriosa mirada de Mario era el preludio de que esta vez, si que de verdad, su encuentro iba a ser explosivo. Notó sus dedos en sus pliegues, acariciándolos estos de una forma precisa. Llevó Mario la humedad de Maria en sus dedos, y con ellos impregnó su miembro, gesto este que acabó por desatar la locura en su mujer.

No logro olvidarme de tu boca (Cross 5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora