Freedom or Devotion?

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—¡Hola a ti también, Dos-kun! ¡Hora de jugar a las adivinanzas! ¿¡Quieres, quieres, quieres!? —Repetía con entusiasmo y un brillo en los ojos.

Dostoevsky suspiró sin cambiar la expresión de su rostro y asintió con la cabeza. Si eso le hacía feliz, él jugaría por décima vez en el día con el Payaso.

—¡Sabía que accederías, Dos-kun! ¡Tú nunca me defraudas! A ver, a ver, ¿qué adivinanza puede estar a tu altura? Eres demasiado genial... —Pensó en voz alta mientras su expresión facial cambiaba a una más fanfarrona.—¡Ohhh! ¡Prueba a adivinar qué voy a sacar de mi capa! —Mientras lo decía, la estiró haciendo una pose «heroica».

—Déjame adivinar. —El joven guardó unos segundos de silencio para darle más intriga al asunto. —Ya sé, mi libro favorito.

—¡Awww, respuesta correcta! ¿¡Cómo lo supiste!? —Se quejó mientras, en efecto, sacaba el libro de la tela.

—¿Porque es la tercera vez que hoy me haces esa adivinanza? —Contraatacó con otra pregunta y se levantó a recoger su preciado libro.

—¡Qué bien me conoces, Dos-kun! Por eso eres mi queridísimo amigo, porque al final solo tú me puedes llegar a comprender...

Fyodor se quedó analizando unos segundos a su camarada, quien se quedó algo cabizbajo y su entusiasmo había desaparecido de la nada. El pelinegro se acercó al decaído joven, y colocó con suavidad una mano sobre su mentón, para alzarle la mirada.

—¿Es realmente eso así?

—¿Eh? —No era común conseguir el sonrojo del Payaso, pero Dostoievski lo lograba, estuviese o no en sus intenciones.

—¿Soy yo la única persona que te comprende? —Volvió a lanzar una pregunta mientras acortaba más la distancia entre los dos.

Tomó unos segundos al chico de la trenza poder responder, sentía los largos dedos del Demonio sobre su barbilla y la pausada respiración de Dostoievski chocaba con la suya, la cual era más nerviosa por momentos.

—Sí… Sí, Dos-kun. —Acabó logrando un poco de firmeza y seguridad, ahora buscando los ojos rojizos del diablo en persona. —Dos-kun entiende lo mucho que ansío la libertad, y comparte mi perspectiva, ¿verdad? —El nombrado asintió levemente, sin separarse ni siquiera un poco, no le sorprendía la seriedad del contrario pues cuando trataba ese tema era recurrente que dejase las bromas a un lado. —Qué envidia me dan las aves… —Dejó los coloridos iris ajenos para dirigir su mirada a una de las ventanas.

—Nikolai. —Llamó su compañero al amante de la libertad. —Ya que no tenemos alas, debemos buscar otra forma de volar, de poder ser libres. —Aclaró mientras con su dedo índice acariciaba la línea del contorno facial que sujetaba.

—¿Y cómo conseguiremos algo así? ¿Es posible? —Le alegraba saber que la persona a la que idolatraba, estaba dispuesta a unirse a su persecución de la libertad.

—Quién sabe. —El de mirada demoníaca deshizo el contacto físico con el otro, pero prevaleció el visual, donde una batalla para leerse entre ellos comenzó.

Para Gogol, Dostoievski era más que su compañero o su querido amigo. A sus ojos, era una divinidad, su héroe, su salvador, y sinceramente, haría cualquier cosa que complaciese al joven. Ya no como amante (pues no podía negar que alguna vez hubiesen cruzado esa línea), pero sí como su seguidor. De hecho, había asesinado a numerosos enemigos aún sabiendo que eso estaba mal, se sentía culpable como cualquier humano, pero todo remordimiento desaparecía con las felicitaciones de Fyodor.

Todo comenzó cuando un día, mientras charlaban, el Payaso decidió abrirse ante su compatriota, contándole desde su primer recuerdo hasta lo mucho que significaba para él la libertad. No esperaba comprensión, en absoluto, y ya tenía en mente que le llamaría «loco» o algún sinónimo. Pero, contra todo pronóstico, el otro ruso alabó su pensamiento sobre esa sensación que tanto deseaba. Ahí decidió que acompañaría a Fyodor hasta el fin del mundo si hacía falta, ya que le prometió que, a su lado, alcanzaría la libertad.

;; Freedom or Devotion? || × Fyolai, BSDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora