Capítulo 1: Lissa T'masvet

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—Hay muchas formas de ser útil, no todo queda resumido al campo de batalla.

—Pero usted...

—No te compares conmigo.—silenció, siempre me ha inquietado como alzaba la voz y pronunciaba con énfasis cada letra cuando el tema se le iba de las manos—Yo fui su recurso más preciado una vez, y me explotaron las veces que quisieron. Que hoy lidere escuadrones no lo resta.

«¿Y como quiere que lo sepa si su vida es un secreto?»

—¿Encerrandome por mi seguridad y aislandome del resto de Ravka me hace mejor invocadora de sombras?

—No, te protege.—exhaló con pesar—¿Acaso serías mejor muerta?

Fruncí los labios.

—Pues, si me acogieran como deidad...

El general soltó una risa amarga.

—No, no, no quiero decir que me crea una deidad.—negué enseguida—Respeto a los Santos, no es un juego para mi.

El general dejó vagar la mirada por la habitación.

—El rey puede hacer y deshacer lo que crea oportuno con cada habitante. Pero en lo que respecta a usted entenderá que haga lo que haga yo soy el responsable. Si niego o doy luz verde lo haré pensando en su bienestar. Como bien sabe, señorita Lissa, soy su tutor por decisión propia.

¿Quién podría olvidarlo? La noticia de una invocadora de sombras corrió a oídos de todos, y lo único que pudo igualarlo fue que el general Kirigan pidiera ante al rey hacerse cargo de la entera formación de aquella niña huérfana. Su petición fue aceptada de inmediato y trasladaron a su nueva aprendiz tras los muros de Os Alta.

Lissa T'masvet.—El Oscuro peinó unas pelusas invisibles de la mini kefta—. Así te presentaras ante todos hoy.

La niña acarició la suave tela negra, y los bordados plateados que ésta poseía. La recorrió una sensación agradable, se sentía bajo una armadura a su medida.

—Es un apellido muy bonito.—halagó, se le dificultaba recordar el suyo— ¿Puedo quedarmelo?

El Oscuro fue consciente del brillo en los ojos de la niña.

—Es tuyo, a partir de ahora.—unos oprichniki bajaron la cabeza ante su paso por los corredores—¿Lissa, sabes que es un Grisha?

Nop.—admitió la niña, mirando a sus pies—Pero suena a que es una palabra complicada.

De cierta forma.—concedió—Los Grisha mantienen al país y al rey a salvo, dominan algo llamado la Pequeña Ciencia.

Una escena bastante nítida se reprodujo en su cabeza.

«Es un demonio. Tu hija es un demonio».

¿Son brujos?—interrogó, espantada¿Soy una...?

Los cambios naturales de cualquier ser vivo, ¿es magia?, ¿acaso es una aberración el proceso de curación? ¿La lluvia lo es?

Por supuesto que no.

Y quién piense lo contrario es un ignorante a gran escala. Míralo de esta forma: un Grisha puede dominar lo que ya está ahí.

Dulce Penumbra |Sombra y Hueso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora