Diferente y artificial. Eran las palabras exactas para describirla en estos momentos.

Ahora, debía cambiar su ropa a una más llamativa antes de su gran entrada.

—Daki me hubiera prestado uno sin duda. —hizo una mueca, buscando al menos una tienda.

Giró su cabeza por varios lados, buscando que esté completamente sola y se adentró al bosque, teniendo así la libertad de saltar entre árboles. Justo en el pueblo donde iba a comer había una pequeña tienda de la ropa que necesitaba, se bajó rápidamente después de eso.

—¿No invitarás? —brincó del susto ante la repentina voz. —También tengo ganas de comer, _________-chan.

—Mal por ti, yo vine aquí primero. —miró mal al demonio. —Vete a otro lado.

—¿Tratas así a tus mayores? Que mala eres... —puso una mano en su pecho, fingiendo dolor.

—Lo siento tanto cariño, pero tú hasta eres considerado un Dios. —comenzó a agarrar la parte baja de su ropa y la comenzó a romper —¿Eres buen actor?

—No, ¿por qué? —mintió, ella miró mal por su obviedad.

—¿Quieres comer o no? —asintió el demonio. —Crea una de tus estatuas para fingir que me van a matar, hazlas lo suficientemente humanas, luego yo iré a esa tienda —señalaste donde habían unos hermosos kimonos. —, ¡de seguro vas a encontrar a unas hermosas y deliciosas mujeres en el camino!

—Me convences fácil. —guiñó astuto.

—Sí, soy una genia, ahora a trabajar. —siguió destruyendo de a poco su ropa y desordenó su cabello. —¿Vas a dejar de mirarme? Cambia algo de ti, ¡vamos!

Corrió hacia la entrada del pueblo, habían estado festejando el cumpleaños de alguien importante para ellos, la mayoría eran personas adultas y que posiblemente ya tengan alcohol en sus cuerpos, era perfecto para ambos demonios.

—¡Ayuda, por favor! —hizo un grito de auxilio al entrar, los dueños se habían asustado. —Me ha seguido un demonio desde... —fue interrumpida.

—No se preocupe, señorita. —habló un señor, a su lado estaba su madre e hijo. —Llévala a la habitación de arriba, te daremos ropa nueva y comida, ¿te parece? —ella asintió, tratando de contener sus lágrimas fingidas.

—Gracias, en serio... —temblorosa, se acercó al chico. Este comenzó a ponerse nervioso.

Justo como lo necesitaba, joven y apuesto.

Subieron las escaleras, en el fondo del pasillo habían varias habitaciones, hasta que llegaron a la que era de los huéspedes, se veía acogedora y linda.

—Traeré la ropa. —asintió ella, dejándola sola en la habitación con una vela encendida.

[!]

—Ya sal de ahí, Enmu. —llamé obvia, no tardó mucho en salir.

—¿Me extrañaste? —su sonrojo particular vino con él.

—Si te la pasas acosando cada dos segundos a donde voy, no. —respondí sin rodeos.

—Me gustas, __________-chan. —dijo con una sonrisa. —Te amo.

Lo miré por unos segundos, su sonrojo masoquista había aumentado de por sí, la luz de la luna iluminaba la mitad de su rostro, por lo que podía admirarlo mejor. Un pequeño silencio se hizo presente hasta que él se acercó demasiado a mi rostro, de nuevo con su invasión.

—¿Tanto quieres un beso mío? —me alejé unos cuantos milímetros, con una sonrisa burlona. —Que desesperado estás...

—Por ti siempre, __________-chan. —se sentó a mi lado sobre el futón, poniendo su cabeza sobre mi hombro como un niño. —¿Comeremos a ese humano junto-...?

Kimetsu No Yaiba!  ||ONE-SHOTS||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora