Tú por mi, yo por ti

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Senkuu se quedó dormido con la cabeza apoyada en la mesa de su escritorio y la mente revuelta de tanto pensar en que, quizás -o probablemente- estaba enamorado de Kohaku, lo suficiente como para hacer todo lo posible con tal de que no se fuera.

Era un tipo realmente egoísta.

Había ido a trabajar el día siguiente sin tener la carta lista y no había parado hasta la medianoche, nuevamente, donde en lugar de dirigirse a su departamento, caminó al bar más cercano, se sentó frente a la barra y comenzó a beber.

Aunque aún fuese su trabajo, Kohaku no tenía por qué estar allí sin que él le dijera que lo hiciera. Senkuu no entendía por qué había aparecido allí, hasta que se percató que estaba vestida como si estuviese en una cita.

-Si tu suegro se entera de que estás aquí, estás perdido. -la leona insistió.

Senkuu rio sardónicamente. Kohaku tenía razón: era muy probable que alguien de allí lo reconociera y le contara personalmente al norteamericano que estaba emborrachándose un martes a medianoche, en lugar de estar descansando para comenzar otro día de arduo trabajo.

-Amiga, no pierdas el tiempo con ese tipo y acéptame un trago. Espero que no te moleste. -el hombre sentado al lado de Senkuu rio fuertemente, y el peliverde se tensó inmediatamente.

-No, gracias. -la leona contestó de manera cortante.

-¿Y cuál es tu excusa, preciosa? -el tipo insistió. -¿No te gusta divertirte?

-¿No te has puesto a pensar que más que divertido, eres patético? -Senkuu miró al tipo, al borde de la risa, y no se detuvo ni cuando lo tomó por el collar de su camisa.

Kohaku, siempre excelente para su trabajo, derribó a su agresor en menos de tres segundos y lo dejó de boca al suelo, reteniéndole los brazos con los tacones.

Era algo completamente imposible no sentirse magnéticamente atraído hacia ella.

-Creo que deberíamos irnos. -Kohaku insistió, mirando a Senkuu por el rabillo del ojo.

-De acuerdo.

El viaje en el auto de Kohaku fue silencioso e incómodo, aun cuando había tanto que hablar.

¿Cómo estaba ella? ¿Se alimentaba bien? ¿Había ganado algún otro premio? ¿Cómo estaba su familia? ¿Y sus amigos? Senkuu se preguntó, mirando por la ventana la ciudad de noche, tan viva como si fuese un viernes.

-¿Sabes? Para ser un tipo tan inteligente, eres bastante idiota al armar conflictos con un desconocido. -Kohaku bromeó, como si estuviese intentando romper la evidente tensión.

Senkuu extrañaba hasta la sonrisa que hacía para burlarse de él.

-Bueno, por eso es que usualmente ando con guardaespaldas. -rio el científico.

Se veía realmente bien en ese vestido corto y tacones, abrigada por un blazer del mismo color que sus zapatos. La persona con la que iba a salir debía ser realmente afortunada.

-Tienes suerte de que mi cita justo decidiera plantarme en el mismo bar al que fuiste a beber.

Senkuu se encogió de hombros. Desde que la conocía, a los dieciséis, Kohaku jamás había salido en una cita, y siempre parecía demasiado incómoda con que algún desconocido invadiera su espacio personal o se le apareciera con intenciones claramente románticas. Esa era de hecho una de las razones por las que se llevaban tan bien: a ninguno de los dos les interesaba lo suficiente el tema, y preferían dedicarse a sus pasatiempos favoritos en silencio, aunque en compañía del otro.

Tú por mi, yo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora