2. Sentimiento que perdura

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Ya eran altas horas de la noche, pero Manolo no podía conciliar el sueño gracias a que seguía dándole vueltas a su mente. En eso de repente empezó a escuchar una linda melodía, se levantó a investigar de dónde venía esa canción.

Al bajar las escaleras que daban a una pequeña sala de estar y a la cocina, pudo ver a su padre limpiando un poco la casa mientras con el gramógrafo de su madre tocaba y cantaba en voz baja esa canción que sacó de sus pensamientos al joven Sánchez (les dejo la canción arriba)

-¿Papá?- preguntó extrañado al ver a su padre, quien era un hombre que negaba rotundamente la música

-Ay mi'hijo ¿Que haces despierto?- preguntó Carlos a su hijo al ver a Manny en las escaleras

-No podía dormir ¿Y tú por qué estás oyendo música?- volvió a preguntar el chiquillo a su papá

-Eran los discos de tu madre, los escucho de vez en cuando para sentir que ella está conmigo- respondió melancólico el señor para después sentarse en una silla que estaba por ahí

-¿Pero que tú no odias la música?- interrogó dudoso el pequeño sentandose en las piernas de su padre

-Claro que no, solamente la tolero de lejitos- dijo para después proseguir con un tono más intimidante y serio -lo que repruebo de la música es que mi hijo quiere solamente tocar su guitarrita y no ser algo tan majestuoso como un torero-

-Oh, ya entendí- dijo desanimado el niño al oír la respuesta de su padre, al ver cómo se había puesto su hijo; el señor Sánchez abrazó a su hijo y le dijo -Sabes que te lo digo por tu bien- justificó en un tono sereno para tratar de que el niño esté más calmado

-Lo se papá, lo entiendo- después de eso, a Manolo le empezaron a pesar los párpados. El sueño empezaba a invadirlo; su padre lo cargó hasta su habitación, lo acostó en su cama para arroparlo y retirarse para dejarlo dormir

La noche transcurrió pacíficamente sin problema hasta que empezó a escucharse el cantar de los gallos y a salir el sol

Pasaron los meses de manera tranquila, ningún bandido había atacado el pueblo, todo tranquilo... Bueno, excepto una cosita. Era Manolo, aquel peculiar y raro sentimiento empezaba a crecer de manera lenta pero clara; parecía que esto no acababa y que solamente no se iría o tal vez no tan rápido. Lo único que sabía es que cada que veía a su amigo con ojos de amor.

Cada que pasaba alguna cosa con un poco de tensión amorosa, termina más rojo que una cereza, se ha creado lindos escenarios en su mente donde ellos dos terminan juntos; pero había algo que lo desilucionaba... Era incorrecto sentir eso, el estar enamorado de un chico siendo el uno era prohibido; lo cual sería algo imposible que sucediera... ¿O no?

Pasaron los años, y los dos niños crecieron juntos hasta convertirse en unos jóvenes hechos y derechos. Joaquín se había convertido en el segundo al mando del general Posada y Manolo se había convertido en un torero algo conocido como sus ancestros, aunque él no dejaba para nada su pasión por la música

Se encontraba el jóven Sánchez en el balcón de su habitación, con aquella bella guitarra que le regaló su mejor amiga al partir a España. Empezaba a tocar dulces acordes para también acompañar con su voz grave pero muy gentil y dulce

-Deja que salga la luna, deja que se meta el sol; deja que caiga la noche, pa' que empiece nuestro amor- entonaba aquella bonita canción mientras pensaba en el, se imaginaba a el dedicándole una serenata a su amado; lamentablemente tendría que callarse y ocultar lo que siente, ese amor era algo prohibido y inaceptable para la sociedad en la que vivían. Aunque deseaba con todo el corazón gritar a los cuatro vientos "¡¡¡Estoy enamorado de Joaquín Mondragón!!!"

De repente, un silbido muy familiar fue lo que lo sacó de su "loca fantasía de amor" que despues de un llamado a el chico guitarrista lo hizo bajar para ver quién lo buscaba

-¡Hey Manny! ¿Que tal?- era Joaquín, aquel joven con un porte masculino al estilo de Antonio Aguilar, estaba parado en frente de la puerta de la casa de su amigo, lo abrazó muy fuerte que provocó que se enrojecieran las mejillas del más chico de los dos.

-Oh, hola Joaquín ¿Cómo has estado?- decía tímido el chico de cabello negro al de cabello castaño y poniendo su total atención en el sin importar otra cosa. Sus ojos hacían notar su enamoramiento, lo bueno es que Joaquín no era muy observador en ese aspecto y solo seguía contando sus anécdotas en su "jale"

El menor solamente se enfocaba en el rostro del otro jóven, esos ojos color esmeralda, cabello y bigote castaño, tez morena gracias al sol "no se por qué me gustas tanto" pensaba tanto en su mente que ya no se concentraba tanto en la plática del castaño.

-Y así fue como conseguí esta medalla- dijo señalando una linda insignia que le fue condecorada por su ardua labor de protector del pueblo -Oye, Manolo?- decía al ver la mirada perdida de su amigo, estaba tan... pensativo? Si, eso es

Chasqueó los dedos para sacarlo de su trance, lo cual fue efectivo para que "volviera a la normalidad" -¿Ah?¿Qué pasó?- preguntó sacado de sus casillas el joven Sánchez -Oh ya, si. Que interesante historia amigo mío- dijo algo nervioso por dos razones; número 1. No puso nada de atención
Número 2. El jóven. Mondragón era muy apuesto

-Okey... Pero en fin ¿Tu que cuentas Manny?- preguntó curioso, quería ponerse al corriente de que había ocurrido con la vida de su mejor amigo; al cual notaba un chico hecho y derecho... y de alguna forma tierno, aún seguía siendo el chico dulce y adorable de cuando eran unos simples niños. Aún así tenía un aspecto muy varonil que podía cautivar a cualquier chica... ¿O tal vez también a un chico? Daba igual, lo que importaba era como poder disimular el leve sonrojo de sus mejillas al pensar en el de tez más pálida que estaba al frente de el

-Pues bueno- comenzó a contar Manolo -Me aprendí una nueva canción en la guitarra ¿La quieres oír?- preguntó ansioso el más pequeño de los dos amigos, a lo que el otro asintió feliz para escuchar la canción

Entonces; el empezó a rasgar las cuerdas de su bella guitarra, a los segundos empezó a acompañar la melodía con su bella voz

El joven Mondragón estaba boquiabierto, Manolo tocaba de maravilla la guitarra y además la canción era muy bella «Espera un minuto» pensó «Yo nunca pensaría eso de la música así, siempre digo que es muy empalagosa... A menos que...»

Quien lo diría, ahora era el quien estaba distante en el momento; parecía estar en otro plano de la misma existencia que parecía tener un pequeño viaje astral

Pero volvió enseguida del trance para terminar de escuchar la canción y aplaudir y elogiar a su mejor amigo y el contrario agradecer con un sonroja más de enamorado sino más bien, era algo distinto

La tarde la pasaron juntos en el pueblo para al atardecer ir al árbol a las afueras del ejido para poder relajarse; y al primer rayito de luna regresar a casa

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Nuevo capítulo mis queridos camaradas, espero lo disfruten tanto como yo disfruté escribirlo

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⏰ Última actualización: Jul 30, 2021 ⏰

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Piel Canela (Joanolo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora