CAPÍTULO 4: Juntas

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- Mujer, no exageremos. En inteligencia y en belleza es imposible que me doblen. - bromeo aunque solo me río yo. La situación es un poco triste, patética, mejor dicho.

- En estupidez también los doblas. - murmura Crystal.

- Ya tenemos algo en común. - contesto mirándola desafiante.

- Basta de tonterías, parecéis niñas de diez años. Isabella, eres una imprudente. No te das cuenta de que si te metes en tantos líos nos perjudicas a todas. Todo Bialya sabe que eres de nuestro grupo, ahora Scott y su pandilla de salvajes nos está buscando. - grita Kesha desesperada.

- ¿Por qué te has peleado con ellos? - pregunta Ale mucho más calmada.

- Porque son unos cerdos, memos, gilipollas... ¿Quieres que continúe? Yo no lo he empezado, han venido ellos a molestarme. Y no es justo que me culpéis únicamente a mí, yo no soy la que le tiró un plato de puré porque estaba celosa. - añado haciendo gestos exagerados mientras miro a Clyn.

- No me lo puedo creer. Yo no tengo nada que ver en esto guapita de cara. A mí no me metas. - contesta Clyn a la defensiva.

- Hombre, en eso tiene razón. Llevamos todo el año diciéndote que no te acerques a él porque es un peligro para todas y, tú, nunca nos has hecho caso. - comenta Kesha.

- Además, es feísimo. Si vas a salir con alguien, como mínimo que te alegre la vista por las mañanas. - comenta Crystal mientras sube a su cama ignorando el dedo corazón que le ha dedicado Clyn. 

- Crystal, cállate. Pero, tiene razón. Clyn, ¿no podrías haberte buscado a alguien menos problemático? - dice Ale intentando acercarse a ella, pero Clyn se aparta bruscamente. 

- No tenéis ni idea de cómo lo he pasado, ni idea. ¡Lo que tendría que haber hecho hace tiempo es mandaros a todas a la mierda! - grita Clyn antes de irse de la habitación corriendo.

- Ya se le pasará. - murmura Ale intentando calmar a las demás. - Ya sabéis que desde lo de Ann no es la misma... - el sonido irritante de una alarma la interrumpe. 

Miro a mi alrededor y veo como todas corren hacia el piso inferior. No estoy de humor para simulacros de incendios así que prefiero quedarme en la cama. La curiosidad, sin embargo, hace que me levante y lentamente siga a los demás que corren desesperadas en dirección al patio. De pronto, las voces de unos guardias inundan el edificio, se oyen gritos, disparos y algún que otro llanto. Bajo las escaleras deprisa y veo que se han formado dos filas, una masculina y otra femenina.

- Tú, baja ya las escaleras si no quieres que te dispare. - grita un guardia en mi dirección. 

Ale me coge de la mano y tira de mí hasta que estoy detrás de ella. Esto parece haberse convertido en costumbre. Yo empanada y Ale salvándome de los guardias. 

- ¿Dónde vamos? - le susurro al oído mientras avanzamos. - No me digas que la cárcel se ha incendiado. Te juro que yo no he sido. - comento sarcásticamente ganándome una colleja por parte de Ale. 

- Hoy es el primer combate del torneo, no te separes de nosotras. - ordena. 

Mi corazón palpita muy deprisa, tanto, que creo que los de mi alrededor pueden escucharlo. Y, aunque el miedo parece apoderarse de mí, todavía hay una parte que está preocupada por Clyn. Antes se ha ido muy afectada y, aunque siempre intento ser fuerte, es inevitable sentir un gran afecto hacia ella, al fin y al cabo, es mi única amiga aparte de Hugo. 

Al recordarlo, no puedo evitar pensar en él, hace tanto que no le veo, ni siquiera sé si está vivo. Recuerdo como nos escaqueábamos de las clases de educación física y nos íbamos de expedición por el instituto, encontrábamos de todo. Nos sumergíamos en los oscuros pasillos del sótano e investigábamos posibles escondites y rutas, parecía un laberinto, todo estaba conectado. Era impresionante la cantidad de cosas útiles que nos quedábamos de las expediciones, así no nos hacía falta ir a comprar material escolar. 

LOS SECRETOS DE BIALYA #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora