—¿Qué insinúas? —me miró divertido.

—Voy a ignorar que dijiste eso y tu mirada.

Entramos y él encendió la chimenea, inmediatamente que el fuego empezó a calentar el lugar, me quite el gigantesco abrigo.

Observe la cabaña, era bonita, pequeña y algo vintage. Pase mi mano sobre una foto en una mesita, estaba llena de polvo y era de un niño con dos adultos y un adolescente.

Tomo la foto con mis manos cuando noto algo raro en ella, frunzo el ceño observando a cada integrante de la fotografía.

De hecho el niño de la foto me resulto conocido, como si lo hubiera visto alguna vez en mi vida. Un vago recuerdo de un niño hablándome en el parque de la primaria aparece, pareciéndose demasiado al pequeño de la foto...

—¡Claire! —Caín me llamó desde la sala.

Deje la foto en su lugar moviéndome a la sala. Caín tenía una caja en sus manos.

—¿Qué es? —pregunte cuando la dejo en una mesa.

—Recuerdos.

Estaba llena de dibujos y fotos.

—Solía venir aquí con mi padre cuando era más chico, hacíamos una fogata afuera y contábamos historias. Todo era genial, hasta que él cayó en el alcohol y dejó de venir aquí, creo que ni la recuerda.

Observe las fotos, un niño de ojos azules sonreía a la cámara mientras era alzado por su padre. En otra tenía a una señora de ojos grises revolviéndole el cabello al niño. El niño era igual al de la fotografía que estaba en la mesita...

—¿Esa es tu madre?

—Sí —él desvió la mirada.

—Es muy hermosa.

Él no contestó, solo movía las fotos con sus manos, mis ojos bajaron a ellas, ya se habían cicatrizado los moretones que tenía en los nudillos.

¿Se había peleado?

Sí, nunca me dijo el por qué o con quien. Cuando conocías a Caín, pensabas que era un chico tímido, o tal vez introvertido, tranquilo, que solo le gustaba la soledad, incapaz de imaginarlo en una pelea, incapaz de hacerle daño a alguien suspire—. Pero a veces las apariencias engañan.

Los lápices en las libretas se movían con rapidez, anotando cada palabra que decía.

Esa noche nos quedamos hablando por horas, sobre cosas no importantes, pero me permitió conocerlo un poco más y él a mí, pasamos el invierno saliendo juntos a la cabaña, aún éramos amigos, siempre pensé que Caín me veía solo como una amiga.

¿Te veía como una amiga o como su novia?

Ni lo uno, ni lo otro.

El invierno había pasado, Caín y yo reforzamos nuestro lazo, éramos mucho más unidos.

Cerré la puerta de mi casillero, la primavera me tenia feliz, eso y que Caín se veía más interesado en pasar más tiempo conmigo.

Ya no me sentía tan sola.

Sentí una mano posarse en mi hombro, me giré encontrando unos ojos color miel.

—Hola —saludó Thomson rascándose la nuca.

—¿Hola? —estaba confundida.

—¿Cómo estás? —sonrió de manera amable.

Observé detrás de mí, luego a los lados y volví a posar mi mirada en él.

CAÍN [Engaños #1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora