—¡Claro, claro! ¡Por poco lo olvidaba! Discúlpeme, Majestad, mi mente estaba en otro sitio. —El sitio que imagino está colgando entre sus piernas. Me río internamente por mi impropio pensamiento, pero es difícil olvidar semejante perfección.
Últimamente estoy extrañando demasiado mi sexualidad activa. Daeron ha encendido mi obsesión descomunal por ser satisfecha y satisfacer. Una vez despierta, esa sensación es insaciable y me convierte en otra persona al momento de la intimidad.
—Después de almorzar la esperaré en la entrada del salón de reuniones. —Me habla con firmeza queriendo ocultar su sonrisa.
~•~
Después de terminar mi comida subí a mi alcoba para peinar mi cabello y rociar un poco de perfume en mi cuello. Espero unos minutos a que se asiente el olor en mi piel y que no parezca que me lo acabo de echar.
Salgo y en el pasillo me espera el rey, comienzo a caminar a su lado como si nada pasara cuando en mi interior me muero por lanzarme a sus brazos y dejar que haga conmigo lo que quiera. Pero claramente no puedo porque en el pasillo se encuentran los empleados del palacio.
Al llegar a la puerta del salón de reuniones, uno de los ujieres abre la puerta, antes de entrar Daeron le habla.
—La reina y yo vamos a discutir un tema de suma importancia. Si alguien quiere entrar deben tocar fuerte con antelación y esperar mi autorización para poder abrir ¿está claro?
—Si, Majestad. —Hace una reverencia, nos permite el paso y cierra la puerta.
No ha pasado ni un segundo que cruzamos el umbral y ya me está tomando por la cintura engullendo su cara entre mis pechos. Me hace reír por la desesperación que se carga mientras tomo su cuello direccionándolo a mis labios, los cuales también engulle rápidamente apenas los tiene en frente.
El beso se torna más pasional y me carga para sentarme en la mesa revoloteando los papeles que se encontraban allí, se pega a mi cuerpo y restriega su espléndido miembro que me niego a olvidar sobre mis rodillas, abro las piernas de inmediato para recibirlo cerca de mi sexo que se encuentra empapado por el beso y ahora más al sentir lo duro que está.
Con su mano, sin separar nuestros labios, se adentra por debajo de la falda de mi vestido, hoy no traigo ropa interior porque solo uso una corta bata por debajo de la prenda. Sus dedos llegan allí, donde tengo una catarata desbordada de humedad por él, ahora deja de besarme y me mira, con una mirada lujuriosa tan desmedida que en lugar de azul, veo el naranja y rojo de las llamas en sus ojos.
—Que delicia. —Comienza a mover sus dedos con una rapidez y habilidad desmesurada, llega a los puntos claves que debe tocar para hacerme jadear, me sostengo con una mano en la mesa y la otra en su nuca.
—Daeron. —Su nombre me sale en un gemido silencioso, trato de mantener la calma para que los ujieres no me escuchen afuera. Los movimientos vehementes de sus dedos se aceleran llevándome a apretar los labios para que no se me escape un grito de placer.
—¿Te gusta? No hagas ruido —yo asiento rápidamente, mordiéndome el labio inferior para concentrarme. Los toques fuertes en la puerta nos dan aviso de que ya llegaron los demás—. ¡Un momento! —grita fuerte con una sonrisa perversa plasmada y apresura más el movimiento de sus dedos haciéndome estremecer.
Ésta adrenalina me encanta.
—¡Por todos los infiernos! —aprieto los ojos fuertemente, mis piernas tiemblan y obtengo otro delicioso orgasmo de su parte dejándome venir en su mano.
Retira lentamente sus dedos de mi vagina y sin dejar de mirarme se los lleva a la boca lamiendo y chupando mis fluidos que terminaron en ellos. Yo inhalo y exhalo un par de veces para tratar de recuperar mi compás de respiración normal, Daeron se acerca y deja un beso largo y sin lengua en mi boca mientras me baja con cuidado de la mesa y ordena los papeles que se movieron de lugar.
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Kingdom: Fire will Reign [Fire I] ✓
General FictionTRILOGÍA FIRE: LIBRO I Brianna Armstrong, una poderosa reina que ha perdido uno de los tres reinos que gobierna bajo un ataque por traición, enviudando en aquella tragedia. Daeron Firenhell, un rey ególatra, con fama de frívolo y despiadado, que e...
XVI: ¿Una carrera?
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