Mi ceño se frunció con duda por su reacción. ¿Qué cosa lo había hecho enojar de la nada?

Media hora más tarde todos parecían listos para irse.

Hasta ese momento fue que me permití cuestionare a mí misma ¿qué haría ahora? ¿Cómo evitaría volverme loca encerrada aquí abajo completamente sola?

─ Quítate de mi camino – gruñó Eve por lo bajo mientras pasaba a mi lado empujándome levemente contra las escaleras a la que me habían atado, lo que me daba algo de movilidad y la oportunidad de estar de pie.

─ En serio tienes problemas de actitud, ¿haz considerado los grupos de apoyo?

La molestia se instaló en su cara.

Tal vez no era una muy buena idea hacer enojar a la persona que tenía el arma.

Notando la tensión en el aire, Alex se acercó a nosotras.

─ De acuerdo, dada la situación actual creo que deberían intentar llevarse un poco mejor.

─ ¿Qué situación? – mi pregunta solo hizo que el enojo de la pelinegra de acentuara. − ¿De qué estás hablando?

Axe se posicionó a mi lado y dejó caer un par de botas que habían pertenecido a mí madre.

Me miró a los ojos con la misma intensidad que antes.

─ Tú vienes con nosotros – sentenció con firmeza.

─ Claro que no – respondí automáticamente.

Se giró y me dio la espalda ignorándome completamente.

─ El trato era que yo les daba la clave del almacén y ustedes se largarían de aquí – él se inclinó sobre el mapa sin dar señales de estarme escuchando. − ¡No puedes hacer esto! ¡Tú lo dijiste! ¡Dijiste que se irían!

Grité cada vez más fuerte. Desesperada trate de liberarme de las ataduras en mi muñeca lastimándome en el proceso

─ ¡Maldito mentiroso! Me vas a dejar en medio de la nada para que muera, o tal vez te ahorres tiempo y me dispares a sangre fría.

Con ese último comentario no pudo resistirse y se acercó enojado.

─ No debe ser difícil, apuesto que ya tienes práctica en eso – solté cuando se encontraba a unos cuantos pasos de mí.

Tomó mis manos con firmeza para que dejara de forcejear contra el amarre en ellas.

─ ¡Basta! – Su respiración era un poco más pesada que antes – Vas a lastimarte.

─ Como si eso te importara – ataqué. – Ustedes la asesinaron sin pensarlo dos veces, así que no me vengas con ese cuento.

Aun tomando mis manos se acercó quedando a solo centímetros de mi rostro.

─ Vienes con nosotros, quieras o no.

Se alejó dejándome con la respiración agitada por todo el enojo contenido.

─ Tranquila, no estarás con nosotros por mucho tiempo – habló con burla la pelinegra a mis espaldas. – Yo misma me encargaré de eso.

Escuché sus pasos alejarse dejando la amenaza flotando en el aire. No servía de nada enfrentarme a ellos ahora, aunque no me gustaba admitirlo ellos tenían completo control de la situación en este momento. Pero eso cambiaría en algún momento, solo tenía que esperar.

Alex se acercó con precaución quedando frente a mí.

─ ¿Sabes? Enojada das mucho miedo.

Me limité a mirarlo sin responder nada.

─ Déjame ayudarte con eso – señaló a las botas que seguían en el suelo.

Se agachó y tomo una de ellas deshaciendo los cordones y ayudándome a encajar mi pie repitiendo lo mismo con la otra.

─ ¿Se supone que tú eres el policía bueno?

Se levantó mirándome con una pequeña sonrisa.

─ En verdad te prometo que no es tan malo como parece.

Después de eso tomo su mochila colgándosela en el hombro y llamo con la cabeza a hunter.

Alex me desato y un segundo después la mole mantenía mis manos juntas con más fuerza de la necesaria.

Un solo brazo suyo eran como cinco míos. Tal vez tomaba esteroides, aunque en ese caso no sería fuerte ¿o sí? Nunca supe si los esteroides te hacían realmente más fuerte o solo te hacían parecer un gorila gigante.

No me soltó hasta que Alex volvió a amarrar la cinta dejándola un poco más suelta que antes, pero no lo suficiente como para librarme de ella.

Giré un poco la cabeza encontrándome con Axe vigilándome atentamente con su mano derecha descansando sobre la funda de su arma.

Mensaje recibido. Nada de intentar escapar.

Me mantuve callada mientras Hunter se encargaba de abrir la puerta y revisar que no hubiera ningún peligro cerca.

─ Todo despejado.

Salió con el arma en alto, seguido por Eve y Alex.

Al darme cuenta que era mi turno caminé despacio hacia la escalera, levante mi brazo derecho y me aferre con fuerza al tubo de metal. Estaba nerviosa por lo que encontraría allá afuera.

Respiré hondo y me impulsé subiendo ágilmente.

Las ramas crujieron contra mis botas cuando aterricé a un lado de la escotilla. La luz del sol me cegó un momento desorientándome un poco. Parpadee varias veces antes de lograr enfocar el bosque a mí alrededor, la última vez que estuve aquí era de noche y teníamos prisa por llegar a tiempo al bunker así que no pude detenerme a admirar el hermoso paisaje que estaba frente a mí.

Casi no se podían ver las copas de los árboles de tan altos que eran, y de ellos colgaban unos mantos enormes de hojas que se entrelazaban entre ellas llegando hasta el suelo.

Cerré los ojos al sentir la briza contra mi piel e inhale profundo absorbiendo ese olor tan característico de la naturaleza.

Inconscientemente las comisuras de mis labios se elevaron un poco. Es increíble cómo se podía extrañar tanto algo a lo que ni siquiera le solías poner atención.

Jamás volvería a subestimar el poder que contenía algo tan simple como el viento contra mi mejilla.

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