—No tendría que estarlo, ha vivido más momentos contigo de los que pudo haber vivido conmigo.

—Yo lo sentí de ese modo, pero Paul no.

—¿Y dónde está?

Paul camina hacia nosotras con dos cafés y nos entrega uno a cada una.

—Hablé con un doctor y al parecer Dean no está grave—dice—. Y de paso traje café para que se calmen.

—Gracias—digo—. No solo por el café, sino por todo, eres un gran amigo, Paul.

—Gracias por mencionarlo—mira a Charlotte—. ¿No tomarás de tu café?

—Estoy en abstinencia de cafeína, no lo quiero.—se lo extiende.

—Puedo comprarte otra cosa.

—Tengo suficiente dinero en mi cartera para comprar algo yo misma.

—Entonces puedo...

—No, Paul, no puedes.

—Pero ni siquiera terminé de decir la frase.

—Te escucho luego, iré por un café.

—Pero dijiste que...

—Ah, me equivoqué—se excusa—. Estoy en abstinencia de ti.

La vemos irse por uno de los pasillos y él toma asiento a mi par.

—¿Ves lo complicado que está todo?—señala hacia donde Charlotte se fue.

—Ni que lo digas, fue dura.—río.

—No me perdonará jamás.

—Solo dale un poco de tiempo.

—¿Y de cuánto será eso?, probablemente una eternidad.

—¿Por qué tan desesperado por su perdón?—frunzo el ceño.

Paul se encoge de hombros y le da un sorbo a su café rechazado, y como sí algo conectara en mi cerebro doy un chillido.

—¡Oh!, te gusta Charlotte.

—No saques conclusiones...

—Te gusta, te encanta, te enloquece.

—Lo último es un hecho.

—Lo sabía, bueno... lo sospechaba, pero ahora es seguro.

—No lo es, Sol.

—No vengas con la excusa de que aún no me superas, lo que no superas es a Charlotte y su ardiente sexo contigo.

—Dios, no lo digas de ese modo.

—Ardiente sexo.—repito.

—¿Significa que ya hubo de eso con Dean?

—No estamos hablando de mi, sino de ti y la caliente Charlotte.

InefableWhere stories live. Discover now