― Estudiaba, lo deje... o algo así.

― ¿Algo así? ― levanto los hombros― ¿Te expulsaron o qué? – lo dije como una broma, pero si expresión me dijo que acerté. – Wow, te expulsaron. ― lo seguí con el plato en la mano hacía el fregadero― ¿Por qué? ¿Qué hiciste?

― ¿Por qué asumes que hice algo? – le quité el plato de la mano. Lo más justo era que yo lavase los platos dado que él sirvió la comida.

― Debes hacer algo para que te expulsen, no creo que lo hagan solo porque sí. ― asentí conmigo misma.

― Si... Las cosas no son lo que parece Aine. En qué clase de burbuja te han tenido tus padres para pensar que todo funciona de forma correcta. – suspiré.

― Es verdad que tengo, no... tuve muchas cosas que otras personas no. Sin embargo, nunca creí vivir en una burbuja. Mi padre es...

― Claro que vives en una burbuja, ni si quiera tenías tarjeta para el bus. Lo cual en este lado de la ciudad no es algo muy común, todos nos movemos en bus.

― ¿Quieres tu tarjeta de vuelta? – Si esa era la forma en la que me pediría que le devolviese la tarjeta no tenía problema en hacerlo.

― No, solo aclaro que sin duda alguna vivías en una burbuja. Sav, yo también lo hacíamos.

― Entonces tú... ― dejo de mirarme. Al parecer la cafetera azul se volvió más interesante de lo que era nuestra conversación. Lo seguía mirando cuando volvió su mirada a mí, pero solo levanto los hombros y salió de la cocina.

Tal vez no le gusta hablar sobre su familia o su vida en general. Tal vez, aún no quiere hablar de eso conmigo y no es que yo lo haya hecho con él. Todo lo que sabía ahora de mi vida había sido por pura casualidad. De la ventana paso a sentarse en el sofá.

No podía explicar que era lo que tenía, pero definitivamente Dante era una persona diferente a todas las que había conocido ahora. Y cada vez que lo miraba era como entrar en un bucle donde cada detalle en él me llevaba a otro. Casi hipnotizante.

― Me dijo tu tía que planeas trabajar en el videoclub. ― sentí. Rasco su ceja y mantuvo el silencio varios minutos. – Es un buen lugar.

― Desde fuera se ve muy bonito. – me senté en el sofá personal. Sonrió. ― ¿Qué?

― Debes verlo por dentro, es mucho mejor. ― sus ojos se iluminaron― el techo es una de mis cosas favoritas de ese lugar. Aunque no voy mucho por ahí, el techo de estrellas me gustó... Es casi mágico.

― ¿Si te gusta tanto por qué no vas más por ahí?

― La verdad es que...

La puerta del departamento se abrió y dio paso a tres voces muy alegres y sonrientes. Reconocí dos de ellas, mi tía y Salvatore. Y tenía razón, tres personas entraron, el hombre desconocido se parecía muchísimo a Salvatore. Seguro es su familia, su padre o su tío.

― Aine, corazón, puede que no lo recuerdes es el padre de Salvatore. ― hablo mi tía― Aiden, mi asombrosa y favorita sobrina.

― Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que te vi Aine. En ese entonces acababas de entrar a la escuela y... ― miró a mi tía― ¿Lizzy?

La atmosfera de la habitación cambio totalmente con la interrupción de mi tía en las palabras de Aiden. Los dos se miraron para luego pasar su mirada entre nosotros tres, que los mirábamos expectantes.

― Aine – hablo nuevamente Aiden― me alegro de que estés con Lizzy. La vida es mejor cuando tienes compañía ― paso el brazo por los hombros de su hijo. Ambos se regalaron una sonrisa.

― Mi padre siempre dice eso Aine ― continuo Salvatore― No le hagas caso, escucharas muchas frases motivacionales de su parte.

― Si... ― susurro Dante desde el sofá.

― Oye, a ti te gustan mis frases. ― le respondió Aiden. – De todas formas, muchas gracias, Lizzy por cuidar de mi hijo, nuevamente. ― lo miró con seriedad― Dejaremos que descansen.

― No tienes que agradecerme, Salvatore me agrada. ― sonrío mi tía― no dejaría que le pase nada malo.

Aiden le agradeció una vez más a mi tía por lo que hizo por Salvatore y mientras ellos se dirigían a la salida los dos chicos se me acercaron.

― Iremos el miércoles a un lugar muy especial ― comento Salvatore― No hagas planes ese día después de las cinco de la tarde.

― ¿A las cinco? ― pregunto Dante antes que lo pudiera hacer. ― ¿seguro?

― Si, a esa hora es perfecto. ― asintió para si mismo varias veces para luego repetir. – es perfecto a esa hora.

― No es nada ilegal, ¿verdad? ― los dos se miraron.

― Para nada ― respondio Dante― No ponemos en peligro a nuestros amigos, Aine. Jamás. ― levante la ceja incrédula. Pase mi mirada de Dante a Salvatore. – Bueno, en las cosas del amor Sav se vuelve idiota. Ya verás, que no hay nada que podamos hacer.

― Bueno. Esperaré al miércoles.

― ¡chicos! ― llamo Aiden.

― Ya vamos ― continuo Salvatore― Nos vemos el miércoles y hasta entonces no hagas nada loco.

― No sin nosotros ― añadió Dante.

― Mh.. ok. ― ambos asintieron con sincronización.

― Nos vemos. ― se despidió Salvatore.

― Hasta el miércoles. ― hablo Dante― Aine.

― Adiós, chicos.

Another loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora